Columna Clase Ejecutiva: El western de Gabo

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A los 21 años, el director mexicano Arturo Ripstein, le espetó a su padre, un célebre productor de la época: “O hago una película, o me pego un tiro o te lo pego a ti”.

Ripstein se había formado con Luis Buñuel, y su padre, por el contrario, era un productor de cine comercial. Pero ante la amenaza, Ripstein padre aceptó. El guión se llamaba El charro , y era de un escritor poco conocido: Gabriel García Márquez. La única condición que impuso el productor es que fuera un western , género de moda en Europa, por si el filme fuera un fracaso. Se tituló Tiempo de morir (1965) y hoy es una película de culto.

En este primer guión, ya encontramos muchos de los temas que se reiterarán en obras posteriores del novelista: la violencia, el destino inexorable, la defensa del honor, el tiempo que se alarga y la atmósfera de un pueblo perdido, sepultado en el olvido.

Juán Sáyago, mató a duelo a un hombre, lo que le costó 18 años de cárcel. Vuelve a su pueblo y los hijos del muerto quieren vengar a su padre. Sáyago no acepta irse e intenta reconstruir su vida. Sus amigos tratan de ayudarlo, pero nadie puede evitar la tragedia.

La versión de Ripstein es en blanco y negro y con una puesta en escena minimalista, que le da atemporalidad. Triana se nutre del imaginario garciamarquiano –sueños, gallos y multitudes expectantes– pues ya escritor y obra, eran mundialmente conocidos.

En el 2006, el cineasta Rodrigo García, hijo mayor del escritor, anunció que deseaba filmar una tercera versión. El proyecto no se ha concretado, pero ratifica la asombrosa vitalidad y capacidad de adaptación de la historia, plena de actualidad, que no solo tiene la virtud de anunciar la etapa de madurez del novelista sino conjugar los elementos fundamentales de su poética, acercándose a la violencia ritual y a los sutiles resortes en que se imbrica la vida y la muerte en la sociedad tradicional.