Columna Clase Ejecutiva: Un micrófono en La Habana

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El pasado diciembre, el día 17 para ser precisos, el presidente Barack Obama le anunció al mundo que Estados Unidos reanudaría sus relaciones diplomáticas con Cuba.

Al poco tiempo, la artista cubana del performance , Tania Bruguera (quién reside en Estados Unidos) anunciaba una nueva versión de su performance El silencio de Tatlin , que había presentado previamente en la X Bienal de La Habana en 2009. La obra consistió en colocar un micrófono e invitar al público a que se manifestara abiertamente... sobre cualquier tópico.

En aquella ocasión, y siendo que su performance se presentaba en el marco de una muestra de arte internacional, no hubo mayores problemas. Esta vez, sin embargo, su anunciado performance difundido bajo el lema #yo también exijo, encontró toda serie de entrabamientos, al punto que no solo no se llevó a cabo, sino que la artista fue detenida por las autoridades cubanas. Una verdadera tormenta mediática, desde Facebook al New York Times , pasando por Twitter y decenas de blogs , se desató.

La bajísima tolerancia que ha manifestado desde siempre el régimen cubano a la libertad de expresión es legendaria, y una conversación entre Raúl Castro y Barack Obama no la iba a eliminar de la noche a la mañana.

Sumado a esto, la artista desatendió las voces del Consejo Nacional de las Artes Plásticas de Cuba (CNAP) para que no se presentara en la plaza de la Revolución. En su blog , auspiciado por Huffpost Voces, el profesor de temas iberoamericanos, Jesús Jambrina (Viterbo University) concluye que de partida, todo fue mal planeado, y que aparte de demostrar una vez más que el régimen “no ha evolucionado al punto de asimilar la improvisación creativa” ( sic ) , su reto de calculada teatralidad en un cachito de la Plaza de la Revolución para gritar su inconformidad, no fue serio.