El pasado viernes 13 de diciembre en un suburbio herediano, se inauguraba la muestra Young Blood , organizada por Édgar León y Ali Smith. Ese día, se paseó por la exposición el artista Guillermo Vargas (Habacuc) acompañado de un perro que llevaba una cadena desproporcionada para su tamaño.
Al día siguiente, Habacuc lanzó en redes sociales la noticia de que el perro iba a ser sometido a un proceso paulatino de fotografía desde esa fecha y hasta el 2 de febrero, día de las elecciones. En su sitio web, explicaba la relación de su proceder y trataba de equiparar el desmejoramiento del can con el del país. El furor que causó fue tal, que en pocas horas medios como La Nación y Canal 7 o inclusive Amelia Rueda, lo buscaban para entrevistarlo y ampliar la información.
En Facebook, el repudio fue instantáneo pero no total: el artista contó con gente que entendía su propuesta y le apoyaba. Para la mayoría era incompatible la supuesta intención del artista, martirizar a un animal, con lo que popularmente se considera arte: esto no se puede entender como tal y solo puede caber en la mente de un desquiciado. Vargas es un artista que se sirve de los medios, sus alcances, las reacciones que suscitan en la gente etc., para realizar su obra. Así como otros usan pinceles o cinceles, Habacuc utiliza los canales de información a partir de la generación de algún evento impactante. Sabe azuzar y caldear los ánimos y conseguir atención mediática.
¿Su punto? Demostrar que en general, creemos a pies juntillas lo que informen los medios. No cuestionamos nada. Nos quedamos con lo que aparece en diarios, medios televisivos o radio y lo damos por un hecho. Esto no es nada nuevo: McLuhan había adelantado décadas atrás que “el medio es el mensaje”. La gente no repara tanto en la noticia del martirio del perro a manos de Vargas como en la veracidad que, al menos en teoría, ofrecen los medios.
De ahí el nombre irónico de perro y proyecto : Axioma, proposición evidente que no requiere demostración previa.