Columna Empresas del Siglo XXI: Herramienta digital

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Algunos consideran las palabras digitalización, contenido, convergencia y comunidad como abstracciones que sintetizan muchas cosas diferentes que a menudo se pierden entre sus matices. El libro La explosión digital , de Wurster y Evans, advertía sobre estos peligros y sus consecuencias.

Cuando la digitalización o el “ser digital” comenzó a ser considerado como un mantra para toda una generación, sus gestores, como Negroponte, dieron consejos valiosos, por ejemplo: dejar de pensar en la televisión como televisión sino en función de sus bits, su beneficio básico hacia el futuro.

También surgió la idea de no aplicar lo digital de modo indiscriminado a toda empresa, institución o industria, puesto que se puede empañar el panorama de las acciones eficientes en un mercado determinado.

“Un mercado digital” o “una estrategia digital”, pueden carecer de sentido como la “construcción digital” que propuso sin éxito Gerald Levin en Time Warner. Expresiones vacías como estas pueden llevar a creer que los mercados no necesitan principalmente una propuesta de valor para los clientes como algo fundamental, nos dice Kieran Levis.

La abstracción más persistente de lo digital, según Levis, ha sido la “convergencia”, que implica no solo que productos, industrias y tecnologías están comenzando a superponerse, sino que se están fusionando en un enorme conjunto digitalizado. Dado que en el mundo existe un alto grado de convergencia entre sectores, no es difícil persuadir a quienes son sugestionables de que se trata de una fuerza irresistible o que más de ello es bueno para todos. Con esto las posibilidades de perder identidad y efectividad son altas.

Las abstracciones resultan seductoras porque parecen simplificar la complejidad pero en el tema digital, cuando se unifica demasiado, puede que se confunda la herramienta con su valor.