Columna Empresas del Siglo XXI: Lo que diferencia a los líderes fuertes y exigentes

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Jack Welch y Steve Jobs son dos casos que claramente ejemplificaron exitosamente un estilo duro de liderazgo.

Welch tomaba frecuentemente decisiones impopulares y aseguraba que el líder no existe para hacer feliz a la gente sino para lograr resultados. Jobs fue caracterizado por muchos como un dictador implacable, perfeccionista y narcisista intolerante que creó una cultura corporativa despiadada. Sin embargo, pocos pueden argumentar que el éxito global de Apple no es atribuible a su liderazgo.

Ser un líder fuerte significa tomar decisiones difíciles, confrontar la adversidad, exigir desempeños sobresalientes y ser una fuerza competitiva en el mercado en que se desarrolle la organización. Los grandes líderes sacrifican el sentirse queridos para poder focalizarse en lograr las metas establecidas. La dureza en el liderazgo es aún más importante, cuando los retos son muy grandes y el riesgo de no lograrlos tienen gran impacto.

Los líderes que requieren ser aceptados y que tratan igual a todos, sin diferenciar por desempeño, están destinados a la mediocridad. Los que toman decisiones aun cuando disgusten a sus equipos, erradican conflictos interpersonales tomando decisiones sobre quién trabaja con quién y por qué, se ganarán el respeto, indispensable para lograr superar las metas.

Cada profesor, coach o jefe, que alguna vez respetamos, fueron exigentes y esperaban de nosotros, lo mejor. Seguro, eso fue lo que les entregamos.