Columna Puro Vino y más: Almacenamiento del vino

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Al comprar destilados, por más especiales que estos sean, dónde y cómo guardarlos no suele ser tema. El producto es lo que es y no cambiará con la guarda, aunque le diéramos el tiempo para hacerlo. Pero en el caso del vino no es tan sencillo.

Por ser un líquido vivo, el vino evoluciona con los años y las condiciones de guarda son determinantes para que esto ocurra a la velocidad adecuada y en la dirección correcta.

Temperatura y humedad son fundamentales. Hay que evitar temperaturas muy altas, ya que estas producen aromas y sabores desagradables en el vino. El ideal está entre 12 y 16 °C y siempre y cuando no haya fluctuaciones violentas, usted puede seleccionar la que prefiera.

En cuanto a la humedad, esta debe ser de entre 60% y 75%. Ambientes menos húmedos provocarán desecación del corcho y excesivo ingreso de aire a la botella, enemigo número uno del vino. Mucha humedad puede provocar desarrollo de hongos que dañan las etiquetas.

La luz, en especial la solar o UV, envejece y oxida al vino prematuramente, por lo que es preferible la oscuridad para guardarlo.

Si queremos hilar más fino, evitemos vibraciones y mantengamos nuestros vinos alejados de olores fuertes.

La posición de la botella también es importante. Ubicarlas perfectamente horizontales permite que el líquido esté en contacto permanente con el corcho, evitando que este se reseque y manteniendo sus propiedades aislantes.

Por último, me parece importante mencionar que el mito de que todo vino mejora con la edad no es tan cierto. Si bien hay una pequeña proporción que sí lo hace, la gran mayoría están listos para consumo en el momento en que aparecen en el mercado. Por lo tanto, si vamos a comprar un vino para guardarlo, debemos asegurarnos de escoger uno que tenga un buen potencial de guarda, o sea, que tenga la concentración, balance, acidez y estructura necesaria para evolucionar positivamente mientras descansa en nuestra casa.