De una historia de amor renacentista nace otro de los licores dulces italianos, el amaretto .
La leyenda cuenta que en esta romántica y creativa etapa de la historia italiana, en 1525, el artista Bernardino Luini, brillante pupilo de Leonardo Da Vinci, escogió como modelo a una joven viuda del pueblo para pintar un fresco de la Virgen de los Milagros, en Saronno, cerca de Milán.
La joven se habría enamorado perdidamente del artista y en señal de su amor y agradecimiento, habría preparado un aromático y delicado licor color ámbar, elaborado de una combinación única de ingredientes secretos.
Al amaretto siempre lo consideré como un licor de almendras, pero resulta que en su elaboración también se utilizan albaricoques secos y sus cuescos, macerados en un alcohol puro que se endulza con azúcar caramelizado y es saborizado por una mezcla de esencias de diecisiete plantas y frutas aromáticas, destacando de forma especial la vainilla y en segundo plano el melocotón y la cereza. Su graduación alcohólica se encuentra entre los 25 y 30 grados.
Hay algunas marcas muy reconocidas que dicen no utilizar almendras ni nueces de ningún tipo, mientras que otras, igualmente famosas, dicen utilizar Amaretti di Saronno , es decir, un tipo de los macaroons , hoy tan de moda, para saborizar su licor con las delicadas notas de almendra y albaricoque.
Al no ser una denominación de origen reconocida, existen variados productores a nivel mundial, cada con sus propias marcas y recetas originales. Su nombre sería un diminutivo de la palabra amaro , que significa amargo en italiano, debido al ligero amargor que ofrece en boca.
Es tradicional disfrutar una copa de este licor solo o apenas acompañado con un par de cubos de hielo, al final de una cena o emparejado con un postre, sin embargo, también se utiliza en la elaboración de populares cocteles como el amaretto sour , o para saborizar helados, postres, salsas y hasta el infaltable café de la mañana.