Sin duda, el consumo de bebidas también se rige por la moda. He visto cómo un licor algo desconocido, no necesariamente fácil de tomar para los que lo prueban por primera vez y reservado en otros tiempos para terminar una cena algo pesadita, ha pasado a ser uno de los preferidos en la escena nocturna de este país: el Jägermeister, la bebida de exportación más famosa de Alemania.
Su origen se remonta a 1934 cuando Curt Mast, un cazador apasionado con un gran talento para preparar y mezclar extractos de hierbas, desarrolló la receta de un licor con sabor único.
La receta secreta de Jägermeister mezcla 56 ingredientes que incluyen hierbas, flores, raíces y frutas exóticas provenientes de todo el mundo, con alcohol puro, para extraer su sabor mediante una maceración en frío, en un proceso que dura varias semanas. Estos macerados son luego mezclados y almacenados en barriles de roble, donde envejecen durante un año, lo que constituirá la base del Jägermeister y de su característico sabor complejo de cítricos, jengibre, anís estrellado y un suave y agradable sabor a cardamomo.
Si bien la forma tradicional de servir esta bebida es solo en un shot bien helado, encontré algunas recomendaciones interesantes. Siempre servido en el mismo tipo de vaso, se puede coronar con igual cantidad de cerveza oscura para los que buscan más intensidad. Para una opción dulce, le podemos agregar licor de chocolate, en el cual el cremoso dulzor del primero es refrescado por la expresividad del Jägermeister.
Para los que prefieren los tragos largos con hielo, prueben mezclarlo con una cerveza fría, ojalá de jengibre, para una cálida combinación de sabores. Una versión más afrutada se logra al mezclarlo con jugo de naranja; mientras que la nueva moda entre las almas nocturnas es combinarlo con la bebida energética de su preferencia.
Por último, quienes busquen estimular el paladar, pruébenlo mezclado con quinada. Esta sensación dulce-amarga tiene un efecto sorprendente en nuestras papilas gustativas.