Columna Puro Vino y más: La ginebra

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La ginebra, es de esos destilados que tiene tal cantidad de aromas que llama mi atención, aunque el sabor suele tener delicados recuerdos amargos que no son mis favoritos. Esta exhuberancia aromática se obtiene al destilar un alcohol de grano con una mezcla de elementos botánicos variados, o sea, es, como leí por ahí, parecido a saborizar un vodka.

Cada productor tiene su propia receta, sin embargo, hay clásicos elementos que se repiten con mayor frecuencia. Las bayas de enebro, ingrediente principal de todas las ginebras del mundo, son las responsables de las notas balsámicas y leñosas, de su característico sabor amargo y de las propiedades digestivas que se le atribuyen.

También se incluyen cítricos comunes como la naranja o el limón, los que otorgan una suave acidez a esta bebida. El coriandro también aporta notas de acidez y amargor, y si se utiliza seco puede darle sensuales matices florales o anisados.

La raíz de angélica, hierba con propiedades medicinales, genera notas terrosas y amargas, aportando un sutil picante y parte de su dulzor característico. La complejidad del cardamomo es muy apreciada y otorga un gran abanico de aromas y sabores que van desde notas cítricas hasta frescos recuerdos de árboles de bosque.

La corteza del árbol de canela contribuye con notas especiadas, dulzonas, terrosas, ligeramente picantes y sumamente aromáticas, mientras que la lavanda está presente en gran cantidad de ginebras, frecuentemente combinada con cítricos, lo que consigue impregnar un carácter aromático herbal, afrutado y dulce, con seductores recuerdos florales.

Otros como pimienta, romero, nuez moscada, azafrán, pétalos de flores, clavos, albahaca, tomillo, regaliz y hojas de olivo también se utilizan, pero no con la frecuencia de los anteriores.

Si desperté su curiosidad por esta bebida, resista la tentación de tomársela solita. Es de los destilados que está pensado para mezclarse, lo que explica que aparezca con gran frecuencia en cócteles tradicionales como el Red Snapper, Tom Collins y, por supuesto, el señor martini.