Columna Puro Vino y más: La sangría

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De un tiempo a esta parte, es cada vez más frecuente encontrarse con la famosa sangría como parte de las opciones de la carta de bebidas. Muy popular, probablemente por su agradable dulzor, frescura y suavidad, seduce principalmente los paladares con asombrosa facilidad. Su fama no se limita a nuestras fronteras, ubicándose dentro de los cócteles de vino más populares en el mundo.

Como toda bebida compuesta, no existe una única forma para prepararla. Si bien la definición dice que la base debe ser vino, fruta picada y algún licor, la creatividad nos permite explorar un mundo de opciones.

La clásica receta española es muy sencilla, mezclando una botella de vino tinto de cuerpo medio como Tempranillo, Merlot o Garnacha, con una taza de soda o si prefiere hacerla un poco más elegante, con una taza de cava, el vino espumoso español. A esta preparación se le agrega un cuarto o media taza de azúcar, dependiendo cuán dulce sea su paladar, el jugo de una naranja o un limón y rodajas de estas mismas frutas para decorar. Se debe preparar en el momento, se sirve en un pichel con bastante hielo y una cuchara larga para poder revolverla y disolver el azúcar.

Esto resulta en una bebida bastante ácida y refrescante, donde el sabor del vino predomina sobre los demás. Reemplazar la soda por jugo de toronja rosada le da una dimensión diferente, agregándole una notita de amargor interesante. Puede subirle un poquito el volumen agregándole un cuarto a media taza de brandy o vodka, pero usted asume la responsabilidad.

Para variar, podemos utilizar un blanco aromático como el Torrontés, Riesling o Pinot Grigio y preparar una sangría blanca. Para hacerla visualmente irrresistible se puede decorar mezclando melocotón, manzana, berries o cítricos, lo que la puede hacer bastante colorida. Agregarle hojitas de menta o albahaca contribuye a estas notas de color y a aumentar su frescura.

Experimenten y creen su propia receta, estoy segura que se van a divertir y definitivamente la van a disfrutar.