Coyuntura país, con ojos empresariales

EF reunió las impresiones y recomendaciones de tres representantes del sector productivo sobre la situación actual de Costa Rica

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Navegan por un mar crispado, mecidos por las ráfagas del descontento. Los empresarios arrían las velas de la inversión esperando que los nubarrones en el horizonte se despejen.

La cautela se palpa en el ambiente y se revela en las mediciones de confianza sobre el futuro cercano de la economía nacional.

En setiembre, un 61,2% de 132 ejecutivos encuestados por Deloitte, en su estudio Barómetro Empresarial, esperaba que la situación de su empresa evolucione positivamente en 2013. El porcentaje es alto, pero menos que el 66,7% registrado cuatro meses antes.

Más severo es el juicio sobre las condiciones actuales. Solo un 20,5% indicó que se encuentra en una mejor posición económica que hace un año y una quinta parte percibe mejoras en el clima de inversión.

Estos resultados no son la excepción. El Índice Empresarial de Confianza de la Unión de Cámaras (Uccaep) registraba una caída desde la primera medición del año, antes de recuperarse levemente con los aires navideños.

El Índice de Confianza del Sector Comercial suma dos trimestres a la baja.

El sentimiento es compartido por los consumidores. En octubre, el Índice de Confianza del Consumidor de EF acumuló 21 meses de apuntar a la desconfianza.

Con estabilidad esperada en variables clave del frente macroeconómico, EF buscó causas y soluciones a la actual coyuntura que atraviesa el país a tres representantes empresariales, de los sectores de comercio, construcción e industria alimentaria.

Estas actividades representaron el 29% de la producción local en el 2011.

Agitación

El diagnóstico de Arnoldo André, presidente de la Cámara de Comercio; José Manuel Hernando, presidente de la Cámara Costarricense de la Industria Alimentaria; y Guillermo Carazo, vicepresidente de la Cámara de la Construcción, coincide.

Una mezcla de ausencia de liderazgo endémico, gestión esclerótica y visión miope tienen atrofiado el accionar del Gobierno y golpeada la competitividad del país.

Los síntomas saltan a la vista y van desde los problemas financieros de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) hasta los fondos engavetados del Ministerio de Obras Públicas y Transportes, y el Consejo Nacional de Vialidad (Conavi).

Incluso, los equilibrios que han asegurado la estabilidad política del país durante años se han tambaleado. Evidencia es el choque que provocó la no reelección del magistrado Fernando Cruz entre los poderes del Estado.

La efervescencia está condimentada por estallidos de descontento popular que terminan en manifestarse en las calles.

El escenario, cuando el ciclo electoral empieza a subir de temperatura, mantiene a los empresarios a la expectativa, buscando en el horizonte indicios de cambios que tardan en llegar.

De urgencia

El tratamiento incluye una variedad de recomendaciones. No hay una única solución para la compleja problemática que atraviesa el país.

Desatanizar las alianzas público-privadas es prioritario para agilizar el proceso de construcción de obra pública.

La recomendación no es solo echar mano de los recursos del sector privado en la ejecución, sino acercar posiciones para colaborar en la planificación.

“Podemos colaborar para que los carteles de licitación tengan menos errores y sean menos apelables”, añadió Carazo.

Sin desmerecer los beneficios de la atracción de Inversión Extranjera Directa, los empresarios reclaman también atención a las necesidades de los locales que atienden el mercado interno.

Regulación y trámites ágiles es un campo en el que empiezan a notar avances, pero su lenta aplicación ha impedido que se dejen sentir en el quehacer del sector productivo.

Visión de largo plazo y un remozamiento de la plataforma de gestión en el Estado son claves para paliar el lento accionar del sector público.

Esta es una de múltiples ruegos que incluyen un cambio de actitud en los mandos medios y un mayor enfoque en la eficiencia.

Soltar estas amarras ayudaría a que el barco de la economía navegue a mayores velocidades que las registradas en los últimos años. Hasta ese momento, la cautela dirige el timón.