El Premio Alfaguara 2012

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Una misma noche, del argentino Leopoldo Brizuela, es una novela rica en niveles, callejones con salida y sin salida, perspectivas, espantos y ambigüedades.

Empieza como una novela policial, se va convirtiendo en un thriller político y entonces nos damos cuenta de que en realidad es una novela psicoanalítica. ¿Por qué? Porque a pesar de que se buscan crímenes y víctimas, lo que importa encontrar son las verdades del padre del personaje/narrador.

Me acordé del libro de Pilar Donoso que tenía la misma búsqueda.

Al encontrar la verdad del padre la autora no puede soportarla, pero no puede odiarlo, y se destruye.

La diferencia radica en que el libro de Pilar es su autobiografía y el de Brizuela es ficción. Una ficción que nos lleva por esos peligrosos caminos que hay que recorrer para llegar a ser auténtico consigo mismo.

Lo que hace el narrador/personaje en Una misma noche es reconstruir lo que Freud llamaba “la novela familiar”, elaborarla como quien busca un crimen. Y el que conduce la búsqueda es un niño, pero no un niño aparte sino el niño interno del personaje/narrador.

Mi referencia al niño interno no es psicoanalítica, es socrática.

Me parece que la primera referencia occidental al niño interno está en el Fedón , de Platón.

Sócrates explica a sus amigos que temer la muerte es tontería, que el alma no se disuelve como creen el vulgo y los niños. Entonces un amigo le dice que no son ellos los que temen la muerte, que es el niño en ellos, y que por lo tanto no les explique a ellos sino a sus niños interiores.

El niño de esta novela abre la puerta a las distintas significaciones: políticas, emocionales, literarias. No es casual que la principal referencia literaria sea Borges, ese hombre que parecía tan serio, tan poco niño, pero que bien mirado era un gran niño pues su literatura es puro juego.

Entre Freud, Sócrates y Borges se juega esta novela tan latinoamericana.