Manufactura: un sector bipolar

Mientras que algunas empresas anuncian cierres o reducción de operaciones, otras apuestan por invertir en el país

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La decisión de Grupo Vical de apagar uno de sus hornos en Costa Rica y no en Guatemala –que dejó a 254 personas sin empleo– puso nuevamente la atención en el tema de si el país mantiene su atractivo para la atracción y permanencia de compañías manufactureras.

Dar una conclusión sobre este tema requiere ver más allá de lo que ocurrió con la productora de envases de vidrio. Durante los últimos dos años han sido constantes los anuncios en los que algunas firmas dejan ver su descontento con las condiciones del país, empero otras se muestran complacidas e incluso anuncian más inversión.

Entre las empresas manufactureras que cerraron, redujeron operaciones o despidieron personal en Costa Rica en los últimos 22 meses están: Vicesa, Baxter, Calox, Dos Pinos, Yanber, Amoena y Cargill. Sus motivaciones fueron tanto de origen nacional como internacional.

Los altos costos de producción en el territorio costarricense son uno de los elementos en común dentro de las argumentaciones presentadas; destacan los precios de la electricidad, el búnker, costos asociados a cargas laborales y portuarios de exportación.

Aunque ese es uno de los principales argumentos de los empresarios –desde hace bastante tiempo atrás–, son pocos los que demuestran esa realidad con números tal y como lo hizo Vicesa, que fue claro en que aquí paga un 46,6% más por la energía eléctrica de lo que lo hace en Guatemala.

También se suma el impacto de operar en una economía desacelerada. El ritmo de crecimiento cerró en junio pasado en 1,12% para una caída de 0,78 puntos porcentuales al compararse con la cifra del mismo mes del año pasado correspondiente al Producto Interno Bruto (PIB) trimestral anualizado.

Esa es la segunda medición más baja después del tercer trimestre del 2018 (0,73%); antes de ese periodo, el porcentaje más bajo fue en el 2009 (-12%).

Por otra parte, el índice mensual de la actividad manufacturera (IMAM) del Banco Central de Costa Rica tuvo una variación interanual de 2,52%, en agosto pasado, con lo que se mantiene encima del 2% desde febrero tras haber alcanzado en diciembre del 2018 su nivel más bajo en el último año (1,83%).

No obstante, el IMAM evidencia que el sector manufacturero nacional enfrenta dos realidades muy distintas. Por un lado, el régimen definitivo registra cifras por debajo de cero de agosto 2018 a agosto 2019, mientras que el régimen especial (zonas francas) creció hasta el 11,36% en abril de este año y no ha bajado del 7%.

Sobre la situación del empleo, según la medición del Instituto Nacional de Estadística y Censos para el segundo trimestre del 2019 había 225.461 personas ocupadas en el sector manufacturero; un 5% menos que en el primer trimestre del año.

Tampoco se pueden dejar de lado las repecursiones de conflictos políticos, sociales o económicos en países con los que algunas empresas de manufactura mantienen vínculos comerciales; entre ellos Nicaragua, Haití y Venezuela. Calox es una muestra del impacto que esas situaciones pueden tener en los ingresos de las firmas ya que, en febrero pasado, reportó que sus ventas al mercado venezolano cayeron 70% en tres años.

La lista de razones también incluye aspectos meramente relacionados al manejo de la empresa como ocurrió con Amoena que trasladó su operación de manufactura del país –decisión que generó el despido de 300 personas– para acercarse a sus proveedores en Asia y a los mercados consumidores en Europa.

Apuesta por Costa Rica

Al hablar sobre las compañías que parecen estar complacidas con lo que Costa Rica le ofrece están Eaton Pozuelo, Florida Ice & Farm (Fifco), Kimberly Clark, Sylvania, Mexifrutas, Paradise Ingredients, Edwards Lifesciences y Align Technology.

Esas compañías realizaron inversiones para aumentar sus capacidades productivas o decidieron instalarse en el país durante los últimos dos años impulsados por el talento humano costarricense, la calidad y fama de los productos ticos, el aumento en la demanda, así como la estabilidad en el entorno productivo y comercial.

La mano de obra costarricense destaca entre todos esos factores al ser considerada por el gobierno y el sector privado como el motor que impulsa el crecimiento de las multinacionales en Costa Rica. No obstante, surge el temor de que este recurso no sea suficiente y no solo en lo concerniente a cantidad.

“De poco nos vale tener un recurso humano eficiente y productivo, si en las otras área de la competitividad flaqueamos tanto”, destacó Enrique Egloff, presidente de la Cámara de Industrias de Costa Rica.

Además, es importante recordar que actualmente el país busca inversión extranjera de media y alta tecnología (destaca el rol que juega la manufactura de dispositivos médicos). Con esto se quiere tomar distancia de la producción de bienes tradicionales y diferenciarse de otros mercados.

Para eso es clave, según la Coalición Costarricense de Iniciativas de Desarrollo (Cinde), seguir fortaleciendo el talento humano –incluyendo capacitaciones para adoptar procesos productivos con tecnologías innovadoras y disruptivas–, respaldar la estabilidad jurídica, mejorar la infraestructura, garantizar el acceso eficiente y de calidad de la energía eléctrica y disminuir la tramitomanía.

De no mejorar en aspectos como esos, Costa Rica continuaría cediendo espacios a otros países deseosos de inversiones en manufactura o cualquier otra actividad. En el más reciente índice de competitividad global, que publica el Foro Económico Mundial, el país pasó de la posición 55 en 2018 a la 62 en 2019.

El informe resalta que, aunque somos la quinta nación mejor puntuada en Latinoamérica, el Internet y el acceso a recursos económicos para las pequeñas y medianas empresas son los puntos más negativos de la competitividad nacional.

EF intentó conocer cuáles iniciativas promueve el Ministerio de Economía, Industria y Comercio para mejorar la competitividad del país, sin embargo, no hubo respuesta.