"Nadie en política deja de mancharse las manos"

El politólogo Constantino Urcuyo analiza para El Financiero Lincoln, una de las favoritas al Oscar

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La política y la ética tienen una cita inevitable en Lincoln , película favorita para la entregar de la estatuilla dorada en febrero próximo.

Dirigida por Steven Spielberg, el filme expone a un país golpeado por una guerra civil y por la necesidad de implementar fuertes cambios políticos.

En medio de ese ambiente y de lo que sería su último mandato, el presidente de los Estados Unidos Abraham Lincoln propone pasar la Decimotercera Enmienda en la Cámara de Representantes para abolir la esclavitud en el país.

EF quiso compartir una sesión con el politólogo Constantino Urcuyo, quien sin dudarlo la calificó de profunda y seria. “Una película bellísima que plantea un dilema en la acción política”, aseguró.

La película se estrenará en Costa Rica a partir del 31 de enero.

—¿Cuál es su evaluación política de la película?

—La película plantea el dilema político de ¿cómo conciliar lo que se llama ética y convicción (llámese valores profundos) versus las consecuencias?

“No se puede ser únicamente fiel a los valores, sino se debe tener en cuenta también las consecuencias. El personaje ejemplifica a un tipo convencido de la igualdad de los seres humanos pero que no toma defensa absoluta y escoge un camino intermedio. Escoge lo que es posible en ese momento: la abolición y no la realización absoluta de su deseo (igualdad racial). En el camino se afectan vidas, pero la decisión en el futuro cambiará el rumbo de millones de millones de personas.

“El dilema que presenta la película versa en cuáles deben ser los caminos a recorrer para llegar a la meta (objetivo). En el caso de Lincoln él recurre al chantaje, al soborno y a la mentira para lograr su objetivo”.

—¿Es válido entonces?

—Es así. Así es la política. No soy moralista. Debe existir un balance entre los valores y las consecuencias de la acción, se deben integrar. Nadie que está en política deja de mancharse las manos irrespetando valores supuestamente absolutos.

—¿Cómo debe ser el accionar político?

—Debe ser como el bambú: rígido en principio y estrategia, pero que se dobla con el viento. Ojo que –se dobla, no se quiebra–. Es necesario ser flexible en la táctica pero rígido en principios. El problema es definir qué es la táctica y cuáles son los principios.

—¿Qué recordará del filme?

—Me llamó mucho la atención una de las frases: “Usted tiene una brújula que señala el norte, pero entre su brújula y el norte hay pantanos y abismos ¿los va a cruzar o va a dar la vuelta? Si usted quiere llegar al norte sin tomar atajos se va a quedar en el pantano”.

“En política siempre se deben hacer concesiones”.

—¿Esa es la lección? ¿Entender que se deben hacer concesiones?

—No soy moralista. No puedo ceñirme en la afirmación absoluta de los principios. La película demuestra que es posible conciliar principios con flexibilidad. El personaje se fija un norte y obtiene su objetivo, pero en el camino va negociando cosas para alcanzar un objetivo de un increíble valor humano.

—¿El filme expone entonces que el fin justifica los medios?

—Yo no lo pondría así. La moral es una discusión abstracta. La moral no es absoluta, es combinar la situación con la facultad de decidir y tomar en cuenta ciertos principios que se aplican según la situación.

—¿Cuándo sí? ¿Cuándo no?

—Precisamente él demuestra lo que hace grande a un hombre en la política: lograr balancear entre principios (estrategia) y táctica. Y para ellos aplicó hasta mentiras blancas.

—¿Sirve esta película para sentar precedentes en otros temas sensibles como el matrimonio gay?

—En términos gringos, Obama acaba de dar una lucha –por ejemplo– con la imposición de impuestos a la población más adinerada. Él logró que un sector político republicano votara a favor ¿Cómo lo logró? Probablemente con mucho de lo que vimos: si votan por mí hago tales concesiones.

—¿Principal virtud del filme?

—Muestra las dificultades de legislar, pues se trata de un proceso complicadísimo por todos los intereses que convergen.

“Zanja un tema político, en el que deja claro que los políticos no son santos, tan siquiera un hombre con una realización política como esa. Es un hombre que no es de un convento de monjitas”.

—¿Qué se le debe pedir a un político entonces?

—Se les puede pedir que no roben, que trabajen, que tengan éxito en administrar el asunto político... pero ¡nunca que sean santos!

Recomendaciones para un político

Fijar principios y fijar la estrategia. Definir el norte, mantenerlo y buscarlo constantemente.

Saber ser flexibles. Entender las limitaciones de la condición humana y tener claro los intereses de la gente.

Ser empático, ponerse en los zapatos de la gente.

Pensar no solo en el objetivo final, sino también en las consecuencias de la acción. Combinar las buenas intenciones con el camino adecuado.

No se inmediatista, pensar que las cosas tardan en llegar. Lincoln por ejemplo, se va por la abolición de la esclavitud como un primer paso, cuando en realidad lo que buscaba era la igualdad. Mantuvo siempre una visión de largo plazo que la logró conciliar con lo inmediato.