Negocios de instrumentos musicales se aferran a su calidad y la exclusividad

Artesanos costarricenses protegen su prestigio con ventas personalizadas de marcas como Soto Luthier, Guitarras Corrales o Guitarras Guzmán

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¿Conoce marcas como Soto Luthier, Guitarras Corrales o Guitarras Guzmán?

Las habilidosas manos que construyen y ponen la firma original de estos instrumentos musicales se aferran a una estrategia de exclusividad con la que sostienen sus negocios de venta local e internacional.

Los fabricantes de estas marcas hechas en Costa Rica, cuidan un prestigioso legado cultural y profesional, y las elaboran en talleres principalmente por encargos personalizados, adonde llegan músicos profesionales, alumnos o coleccionistas que aprecian la alta calidad de sus trabajos.

Una buena parte de sus encargos son restauraciones de reliquias musicales, de sus propios productos vendidos años atrás, o bien encargos de adaptaciones a modelos muy antiguos.

Diversificación

Aunque las tres son empresas nacionales de exportación, no todos los artesanos viven la misma realidad a nivel de rentabilidad e ingresos.

No obstante, todos miran al futuro con ganas de dejar un legado, aunque, no a cualquiera.

Juan Carlos Soto Luthier realiza hasta una entrevista a cada cliente para saber cuál es el objetivo de su compra y el interés del artista.

Sus clientes son principalmente estudiantes y profesores, músicos o artistas que conocen de música.

“Aunque mis trabajos son caros, yo tengo opciones de contado y de financiamiento para personas que demuestran que va a generar un aporte cultural y musical”, comentó.

Soto vende instrumentos que van desde de $3.800 hasta los $5.000 y $8.000, dependiendo del tipo de madera y materia prima.

De música clásica, construye guitarra, violín, viola y violonchelo; y de música antigua, laúdes renacentistas y barrocos, guitarras barrocas, tiorbas, archilaúdes, arpas góticas y otros. El artista aseguró que tiene muy buena demanda y vende a contactos en países como Japón, Estados Unidos, España, Alemania, Puerto Rico, Guatemala e Italia.

Por otra parte, para Omar Corrales, propietario de la marca Guitarras Corrales, el negocio viene cayendo hace unos tres años, principalmente por la importación de instrumentos baratos y de baja calidad.

“No es lo mismo que hace 40 años desde que existe el negocio. En este momento manejo mi taller en Puriscal y una oficina de comercialización en San José administrada por mi hijo Fernando Corrales”, informó.

No obstante, las restauraciones son el principal peso de su negocio. También recibe pedidos de lugares como Estados Unidos, Guatemala, Canadá, España, Colombia, Finlandia y Brasil.

“Cuando encuentre a algún artista que realmente demuestre su habilidad e interés por mantener las características de la marca, le podría enseñar o trasladar el derecho de elaboración, pero nunca por hobby ” , dijo Corrales.

Sus instrumentos se venden en un rango de precios desde los ¢250.000 hasta los ¢2 millones.

Manuel Antonio Guzmán, aprendió y mantiene el legado de su padre Miguel Ángel Guzmán, quien inició el negocio en 1948 con su hermano Aristides Guzmán.

Manuel maneja la marca Guitarras Guzmán Hermanos y elabora (en su taller en Tibás, San José) guitarras tanto clásicas por encargo como populares, para diversificar por la competencia.

“Hemos tenido que agregar el término ‘las originales’ a la firma porque hemos sufrido mucho de la falsa réplica”, contó .

Aseguró que en el local de guitarras populares, vende a un costo más accesible por la competencia importada, pero también son de gran calidad. No bajan de $170 las más baratas.

Los encargos de las especializadas y restauraciones son el peso más importante del negocio.

Los instrumentos clásicos Guzmán tienen un costo que va de los $1.500 a los $4.000 o más.

Guzmán maneja contactos de Europa, Estados Unidos, y otras zonas del continente, así como a artistas locales y coleccionistas en general.