Rodrigo Mora Rodríguez

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.


Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.


Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Mientras estudiaba su doctorado en Alemania, conoció las pruebas EDR (del inglés, extreme drug resistance ). Estas permiten observar marcadores moleculares, que son algunas proteínas o genes cuya presencia en la biopsia denota una probabilidad de resistencia a la quimioterapia por parte del tumor.

Estando allá, empezó a impulsar la implementación de estas pruebas en Costa Rica, pero descubrió que la distancia dificultaba la labor. “Por esta razón, decidí volver, a pesar de que tenía la oportunidad de quedarme unos dos años más”, confiesa.

Una vez aquí, se instaló como profesor de la Facultad de Microbiología de la Universidad de Costa Rica (UCR) y como investigador y miembro del Consejo Científico de Enfermedades Tropicales (CIET) y de Estructuras Microscópicas (CIEM).

A corto plazo, su prioridad es impulsar la implementación de la terapia personalizada de cáncer en colaboración con los hospitales del país.

Sabe que no será fácil, pues conseguir financiamiento y adquirir los materiales para la investigación son dos de los principales obstáculos que enfrentan los científicos en Costa Rica.

Pero siente también que valdrá la pena el esfuerzo, pues este mismo proyecto dará espacio para plantear otros que permitan entender los mecanismos de resistencia a la quimioterapia y las bases biológicas de la evolución del cáncer.

Entre ellos, el uso de nuevos sensores para detectar la respuesta a la quimioterapia en células cancerígenas individuales y el uso de modelos matemáticos para entender la resistencia y deducir cómo sobrepasarla en cada paciente. También quiere buscar respuestas en la biodiversidad costarricense.

Aunque reconoce que la docencia limita su tiempo disponible para la investigación, espera que sea el vehículo para poder transmitir todo el conocimiento generado a sus estudiantes.

“Quiero dejar un legado que pueda ser continuado”, asegura, pero más que nada “mi meta es producir un impacto que se refleje en un aumento de la calidad de vida y la supervivencia de los pacientes con cáncer en nuestro país”.

Formación: Microbiólogo y químico clínica de las universidades de Costa Rica y de Heidelberg en Alemania.

Estado civil: Soltero.

Trayectoria profesional: Profesor, investigador, científico.

Edad:  33 años