Startups de Costa Rica irrumpen con novedosas ideas en industrias tradicionales y tecnológicas

Ideas locales de vocación global, alto crecimiento y riesgo irrumpen e innovan en varias industrias

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Una base de datos que permite hacer predicciones para mejorar ventas y crear nuevos productos; un tratamiento para el cáncer de páncreas, y una plataforma de medios que procura generar ingresos a la industria musical son tres proyectos ideados por talento costarricense, pero nacidos para ser aplicados a nivel global.

A pesar de su corta vida, Sim Machines, Speratum y Leaf.fm, nombre respectivo de cada idea, no entran en la categoría de lo que por tradición se conoce como una pyme y, más bien, se catalogan como startups .

A nivel internacional, el concepto hace referencia a proyectos o compañías con un potencial suficiente como para entrar de manera disruptiva en un mercado y crear un negocio escalable y repetible en varias partes del mundo, pero de muy alto riesgo. Además, sus tasas de crecimiento deben ser exponenciales más que duplicándose año con año.

Aunque el término es poco utilizado en Costa Rica y no tiene una traducción oficial al español, sus creadores, inversionistas y aceleradores ticos los tratan como tales, y ya existen más de una docena de iniciativas creadas en el país con esta filosofía.

“A diferencia de una pyme, creada con frecuencia solo para subsistir, los startups buscan generar cambios en las industrias y solucionar problemas de manera innovadora”, explica Adrián García, cofundador de la aceleradora de startups , Carao Ventures.

Por ejemplo, Urek Biotech pretende producir materias primas biotecnológicas para las industrias biomédicas, farmacéutica y dermocosmética.

Sin embargo, no todos estos proyectos están ligados necesariamente a la tecnología. Las compañías Bildtek (nuevo método de construcción inteligente a partir del acero) y Bellelli (centros educativos para niños con metodología especial) ya consiguieron financiamiento por $750.000 y $250.000, respectivamente, a pesar de pertenecer a industrias tradicionales.

Por otra parte, la escasa educación sobre lo que significa un startup y las incipientes opciones de financiamiento sofisticado (inversionistas ángeles) en el país, podrían estar retrasando el desarrollo de más proyectos.

De acuerdo con el Ministerio de Economía, en el país se registran ocho centros en la Red Nacional de Incubadoras y Aceleradoras, de las cuales solo GS1 y Carao Ventures son reconocidos como aceleradoras, es decir, plataformas esenciales para el desarrollo del modelo.

Carrera de alto riesgo

“El startup es una idea de negocio innovadora que apenas empieza, y las pymes son empresas que ya operan dentro de la formalidad o informalidad”, señala Carlos Chacón, gestor de la incubadora Parque La Libertad.

Lo anterior, aunado a su naturaleza disruptiva y temporal, hacen de este modelo uno de alto riesgo, el cual requiere de inversionistas sofisticados dispuestos a apostar por ideas nuevas.

José Cayasso, CEO de Sabor Studio (desarrollador del juego Pota-Toss y la herramienta de presentaciones en línea Slidebean), sabe que uno de estos proyectos, necesitan, por naturaleza, que el emprendedor “corra”.

Cayasso ha participado en programas internacionales de aceleración de ideas innovadoras como Dream It Ventures Nueva York y StartUp Chile. En el primero, hay mentores tan solo por tres meses y, luego de eso, cada proyecto participante debe subsistir por sí mismo.

“Esto le da a todos los equipos una fecha límite hacia donde ver; los participantes hacen todo lo posible por lograr sus objetivos. Están prohibidos los atrasos y están prohibidas las excusas”, cuenta el joven de 25 años.

De hecho, un programa de aceleración común para un startup tarda entre 4 a 6 meses de preparación, antes de la etapa en la que se “levanta” el financiamiento.

Si el proyecto no logra las expectativas rápidamente, la idea se abandona porque su costo de oportunidad, tanto para la aceleradora, fundadores e inversionistas, es muy alto.

En Carao Ventures, dejaron de apadrinar los proyectos SurveyCo. (análisis de datos) y Potato-Toss (juego) en cuestión de un año, por cuestiones de factibilidad y rentabilidad.

¿Quién crea un start up?

Las compañías Facebook, Whatsapp y Dropbox fueron catalogadas en algún momento como startups . Ahora, la prensa internacional busca, con frecuencia, cuáles son las próximas ideas innovadoras que cambiarán el mundo, tal como lo hicieron las pioneras.

Y es que, al igual que los fundadores de esas grandes corporaciones, en Costa Rica los emprendedores de startups se caracterizan por su juventud (la mayoría tiene entre 25 y 35 años), su capacidad, talento y expertise para superar a la competencia.

Por eso, según Allan Boruchowicz, cofundador de Carao Ventures, el costo de oportunidad para estas personas, que podrían estar recibiendo altos salarios en otras empresas, también es alto.

Por ejemplo, Christian Marín, científico de 33 años, obtuvo un doctorado en virología molecular del Baylor College of Medicine, en Texas, y allí hizo el descubrimiento de un nuevo tratamiento para el cáncer de páncreas. Ahora, Marín vive en Costa Rica (se mudó recientemente) y dedica el 100% de su tiempo al proyecto Speratum.

Otra de las características de un emprendedor de esta clase es que antes de acercarse a pedir financiamiento o a un programa de aceleración, ya validó su proyecto a través de ventas o experiencias iniciales que verifican el potencial de la idea.

Estos talentos difícilmente esperan pensionarse con su primer proyecto exitoso, pues saben que la innovación debe estar siempre en el centro de su labor.

“En lo que debemos seguir trabajando es en lograr que más oportunidades como estas se presenten, para que los que quieran invertir en innovación no tengan que buscar fuera de Costa Rica”, asegura Marín.

Por otro lado, las buenas ideas también pueden llegar a ser apadrinadas y aceleradas por grandes empresas. El monedero electrónico Zimp es ejemplo de ello, pues nació a lo interno de Grupo Nación, corporación de medios a la cual pertenece El Financiero.