Taller de madera e innovación Na Lakalú sigue creciendo dentro y fuera de Costa Rica

Taller familiar opera desde hace 50 años

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Cuando en un mismo lugar se concentran negocios que en apariencia son similares, ¿cómo se logra la diferenciación?

La fábrica de muebles Na Lakalú entendió eso hace varias décadas. Esta pequeña empresa familiar decidió apostar por un proceso diferente para trabajar la madera, lo cual les da un valor diferenciador entre sus competidores de Costa Rica y el Istmo.

Fundado hace 50 años, este taller de 7.430 metros cuadrados, ubicado en Buenos Aires de Palmares, integra todo el proceso productivo del mueble, desde la plantación, secado, tallado, tapicería, hasta el empaque para la exportación.

Hoy está al mando de la segunda generación, Melissa y Klariza Araya, hijas del fundador Víctor Julio Araya, quien inició fabricando marcos de madera para fotos alrededor de 1960.

El primer taller parecía ser uno más entre los muchos que existen en Palmares, fabricando muebles para cliente residencial; sin embargo, las hijas Araya aseguran que su padre siempre trató de ofrecer muebles diferentes de los que se vendían en la zona.

“Mi papá nunca trató de copiar lo que veía, siempre trató de ser diferente e ir para adelante. Él es amante de la madera y lo principal es tener pasión”, comentó Melissa Araya, gerente de proyectos habitacionales.

Aún cuando el negocio se mantuvo estable a lo largo del tiempo, cuando llegaron las hijas a la dirección, hace unos 15 años, decidieron darle un giro para renovarlo.

Su apuesta fue por una línea para hoteles y restaurantes dentro y fuera del país. Los clientes residenciales se redujeron a un 10% de su negocio actual.

Reforzaron la capacitación para su personal y crearon los departamentos de diseño y comercial, todo con la meta de expandir su negocio fuera de las fronteras nacionales, principalmente Panamá.

Dieron, además, un nombre diferenciador a su negocio. Na Lakalú es una palabra que utilizan los malekus para referirse a todos los lugares donde se sientan a descansar, como sillas o camas.

“Nos hemos exigido para competir en las grandes ligas, nuestra competencia no es local”, externó Klariza Araya, gerente general.

Hoy cuentan con unas 60 empleados fijos y del pequeño taller donde inició su padre solo quedan los deseos de llevar la vanguardia.

Araya afirmó que desean mantener el segmento residencial, aunque su fuerte sea el comercial nacional y extranjero.

Lámina a lámina

Na Lakalú cuenta con 50 hectáreas de plantaciones de melina y cedro, aunque también importan algunas variedades.

Utilizan una técnica en la cual el tronco del árbol se corta como si fuera un lápiz en un tajador, de manera que se extraen láminas planas en vez de reglas.

Este método les permite aprovechar entre un 85% y un 90% de cada árbol y pueden utilizar troncos delgados.

La mayoría de los muebles se hacen en pino y se forran con estos enchapes, lo que les ayuda a mantener el acabado de la madera que el cliente desea, pero con la flexibilidad del pino.

“Un mueble de cenízaro pesa muchísimo. Nosotros le damos al cliente el mismo acabo del cenízaro, pero con menor peso”, comentó Klariza Araya.

Cuentan con máquinas industriales que les permite generar diseños exclusivos.

El torno, por ejemplo, es digitalizado. La figura que se desea tallar se introduce en la computadora y la máquina se encarga de fabricarla.

Entre el 10% y el 15% de la madera que no se aprovecha en láminas se corta para crear muebles a base de pequeñas piezas.

El aserrín es donado a viveros de la zona, de manera que los residuos del proceso son mínimos.

La meta es certificarse bajo la norma ambiental ISO 14001 durante el 2014.