¿Ad Astra en su portafolio?

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¿Será Ad Astra la primera empresa de capital costarricense en emular el éxito económico de Google o Apple? ¿Tendrá la revolucionaria tecnología Vasimr un rol activo en la industria de transporte y ubicación de satélites en la órbita baja? ¿Podrá su capital humano romper paradigmas y adaptar principios derivados del plasma a viejas necesidades como la energía renovable?

Si bien predecir el éxito de Ad Astra no es tarea fácil, es posible estudiar casos de éxito donde el retorno del portafolio se dio gracias a una política de incluir en la diversificación la cartera y los activos representativos de nuevos modelos de negocio.

Según indican Collins y Porras, el éxito de las empresas que perduran está en estimular el cambio. No obstante, lejos de ser la ganancia el único objetivo del emprendedor, el líder de la empresa exitosa busca, como ha sido el credo de Franklin Chang, un beneficio a la sociedad, en este caso, un Proyecto País. Ad Astra ha estado transfiriendo a las pyme contratos para construir componentes espaciales, por ejemplo, la plataforma Aurora.

El proyecto Vasimr ha madurado durante más de 30 años y ahora está en su fase final, a la puerta del vuelo espacial estimado para el 2015. La NASA ha colaborado con Ad Astra desde su fundación y tiene firmados diversos acuerdos de cooperación y asistencia técnica. El riesgo ha disminuido y los hitos pendientes para el vuelo espacial han sido acordados con la NASA.

Ad Astra inició su subsidiaria de energía AASEA en el 2011. La visión del líder de la empresa es transformar el conocimiento derivado del Vasimr en nuevas aplicaciones para uso en tierra.

Actualmente, AASEA trabaja con el proyecto hidrógeno-metano y se espera que esta nueva área de investigación permita a Ad Astra contribuir con Recope a reducir la vulnerabilidad del hidrocarburo. Para el 2014 creemos que esta iniciativa permitirá ver en nuestras ciudades los primeros vehículos públicos de la mezcla H2-CH4, para con ello estar más cerca de la carbono-neutralidad.

En el ámbito de industria, la salida de operación del transbordador de la NASA abrió una nueva era espacial. En este nuevo entorno, se están abriendo condiciones para el salto a la escena de un nuevo líder: el emprendedor de los astros y, en pocos años, este jugador imprimirá una interesante dinámica en el Nasdaq.

Múltiplos para la acción

Así como es de novedosa la propuesta, lo es también el financiamiento. Lo interesante es que sin ser la organización de Ad Astra diferente de una pyme, la innovación financiera que ha aportado el mercado de valores a esta empresa, es la primera de su género. A la fecha, se han canalizado cerca de $30 millones al proyecto (MAPA y Fondo Aurora).

Si bien el líder pesa, los hitos del Vasimr y el mercado de valores ya han capturado la atención de la NASA y de los inversionistas. Por ello, una vez validada esta tecnología en el 2015-2016, creemos que el Vasimr tendrá un enorme potencial comercial.

Si se excluyen ingresos de AASEA, los escenarios de la administración para finales del 2018 predicen ingresos del orden de $300 millones anuales. Esta suma es normal para los protagonistas activos de este mercado como son Space X y Orbital Sciences, exitosas sociedades que han logrado cerrar, cada una, contratos con la NASA por más de $1,5 billones.

El costo operativo del Vasimr es veinte veces menor al costo del motor químico. Por ello, la administración estima que una vez alcance Ad Astra su estado estable, podrá generar un margen neto de operación del orden del 50% del ingreso, es decir, $150 millones.

Un análisis de corporaciones líderes del Nasdaq indica que el multiplicador de valor de la acción a utilidad neta (P/E) es de 20 veces para Google y 15 veces para Apple. Dentro del sector espacial, Orbital, Northrop, Lockheed y General Dynamic tienen multiplicadores entre 9 y 13 veces. Si se aplica una lógica similar, a 12 veces utilidad y una dilución máxima de 33 millones de acciones (capex requerido por el Vasimr), es de esperar que para el 2018 la acción de Ad Astra llegue a $50.

Sea en forma directa o en el Fondo Aurora, esta inversión es única y como proyecto país solo comparable a los beneficios que trajeron las primeras exportaciones del café en el siglo XVIII.