Mujer, hija de padre jamaiquino y madre india, Kamala Harris fue escogida por Joseph Biden como candidata a la vicepresidencia de los EE.UU., paso importante para reconstituir la coalición electoral que dio dos triunfos a Obama.
La demografía estadounidense se transforma y las minorías de color representan casi un tercio de la población. Se avizora que en el futuro los blancos serán una minoría más, en un país cada vez más diverso. Negros y latinos votan demócrata mayoritariamente, aunque un sector de los últimos eligió a Trump y los primeros no votaron con intensidad.
A lo anterior, se añade que los ciudadanos blancos con educación universitaria tienden a votar demócrata y de mantenerse esta tendencia, fortalecería también el esfuerzo de Biden.
La clase trabajadora blanca favorece a Trump, pero con menos entusiasmo debido al desempleo producto de la crisis económica. Igualmente, el impacto de la pandemia y los errores derivados, dejan al presidente en mala posición.
Según Real Clear Politics, Biden aventaja 7.9% en el voto nacional y 4.3% en los estados péndulo. Trump sufre la desaprobación de un 54.4 %.
La movilización social de los últimos meses contra el racismo y de reivindicación femenina, abonan el terreno para Harris. La lucha encarna ahora en una mujer de color, fiscal general en California y formidable en el debate, centrista pragmática que ha logrado evadir la ideologización, dándole al ala progresista la esperanza de terminar con Trump.
Biden se perfila presidente por un solo período y con esta compañera de fórmula, el candidato desafía varios tabúes: género, orígenes afro-caribeños-asiáticos, padres inmigrantes, cambio generacional y una nueva posibilidad de que una mujer ocupe la Casa Blanca.