Cambio estructural duele en China

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SHANGHÁI – Desde hace más de un año, los titulares en todo el mundo señalan la desaceleración de China. Pero si miramos más de cerca la dinámica regional interna del país asiático, encontramos una historia distinta, menos relacionada con la desaceleración y más con un cambio de marcha.

Según la Oficina Nacional de Estadísticas de China, la provincia de Shanxi, rica en recursos, ha sufrido una desaceleración económica, pero las provincias Chongqing y Guizhou en el sudoeste han experimentado un vibrante crecimiento.

Hebei y otras tres provincias del noreste están sintiendo los efectos de la recesión, pero las economías con industrias pesadas de Tianjin, Shandong y Jiangsu experimentan un boom .

Después de la crisis financiera de 2008, cuando el menor crecimiento se convirtió en la “nueva normalidad” para muchos países, China comenzó a acelerar su reordenamiento económico, desplazando los motores del crecimiento desde las manufacturas y las exportaciones hacia los bienes y servicios para el consumo interno. Ese es el nuevo norte.

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Esta transición ha tenido implicaciones de largo alcance para la futura dinámica de la economía china.

Con su estrategia previa de exportaciones, la principal prioridad del Gobierno era integrar las operaciones internas de manufactura a las cadenas de producción mundiales. Ahora, sin embargo, su objetivo es una economía que cubra las diversas demandas de los consumidores locales y son las industrias estrechamente conectadas con esas demandas las que se están expandiendo rápidamente.

Antes, las actividades económicas que ahora florecen no estaban categorizadas como industrias manufactureras en absoluto, sino como servicios. Pero los servicios no existen en el vacío.

Todas las empresas necesitan productos manufacturados, transporte, tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC), logística, bienes raíces, finanzas, seguros y más.

Por lo tanto, la nueva demanda de nuevos servicios genera círculos virtuosos en términos de la inversión de capital en infraestructura y equipo.

Contrariamente al saber popular, el crecimiento de los servicios en China para cubrir su demanda interna no implica el fin de la manufactura y de la inversión en capital, mucho menos del crecimiento económico.

Los sectores de servicios están en situación de compensar gran parte, sino todo, el crecimiento perdido por la menor producción de las ramas manufactureras orientadas a las exportaciones. Los sectores chinos de transporte, TIC, finanzas, seguros, bienes raíces, educación y cuidado de la salud han tenido durante mucho tiempo una inadecuada baja productividad del trabajo; eso significa que cuentan con un margen significativo para crecer a más velocidad.

Según una publicación de los economistas Jong-Wha Lee y Warwick J. McKibbin , el crecimiento de la productividad del sector de servicios en Asia “beneficia eventualmente a todos los sectores y contribuye al crecimiento sostenido y equilibrado de las economías asiáticas”.

A través del examen de las tendencias del desarrollo económico en Corea del Sur, los autores hallaron que el valor agregado promedio por trabajador en transporte, bienes raíces y TIC es ahora mayor que el promedio registrado en las manufacturas, y señalan dinámica similares en Estados Unidos, Japón y China.

Este hallazgo sugiere que el rápido desarrollo de la economía china de servicios podría revertir la reducción del crecimiento, de origen exógeno, verificada desde 2008. Pero, como lo demuestran las transiciones japonesa y surcoreana del crecimiento impulsado por las exportaciones al impulsado por la demanda interna, la transformación estructural es un proceso lento y doloroso.

China está en medio de ese proceso y debe tener cuidado de no socavar las fuentes existentes de crecimiento y caer en una trampa estructural donde el propio costo de la transición destruya las nuevas ganancias.

No es buena señal que los elevados costos en muchas provincias chinas hayan estado perjudicando al crecimiento en general.

Esto señala los desafíos fundamentales para el futuro, pese al significativo potencial económico de los consumidores chinos. En primer lugar, el desarrollo económico basado en una demanda interna diversificada es más complejo que el desarrollo impulsado por las exportaciones, porque estos nuevos sectores dependen más fuertemente de los servicios financieros sofisticados, el acceso libre y equitativo al mercado, trabajadores mejor capacitados, y una mayor inversión en investigación y desarrollo.

Por ello, las nuevas empresas que surjan de este desplazamiento hacia un nuevo modelo de crecimiento exigen mucho más al sistema actual de gobernanza económica chino de lo que puede este soportar. Unas mayores reformas estructurales acercarían mucho una solución a este problema, pero eso también requerirá que los líderes chinos tomen decisiones políticas difíciles, que no serán del agrado de todos.

Otro desafío fundamental es la baja tasa de urbanización en China, que muestra retrasos incluso después de 25 años de crecimiento impulsado por las exportaciones. Cada uno de los principales componentes de una economía de servicios floreciente –TIC, finanzas, seguros, transporte y bienes raíces– necesita de los demás para prosperar y las urbes son las que los combinan a todos: un fenómeno de externalidades de red. Desafortunadamente, perdura el sistema de división de regiones en urbanas y rurales que, sumado a una mala planificación urbana, ha creado comunidades metropolitanas fragmentadas y dispersas, sin redes diversificadas que hubieran ayudado a impulsar la productividad.

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Las ciudades de China serán un ingrediente clave para su éxito económico en el largo plazo. La urbanización debiera comenzar a acelerarse hoy y durante los próximos 10 a 15 años, con la expansión de las áreas metropolitanas orientada hacia las necesidades del crecimiento económico impulsado por los servicios. Si China logra ponerse a la altura de ese desafío, estará bien posicionada para salvar los obstáculos restantes camino a ser considerada un país con altos ingresos.

NOTA: Zhang Jun es profesor de Economía y director del Centro Chino de Estudios Económicos en la universidad de Fudan.