Columna Contrapunto: Sobre la Caja Única

Sobre el editorial “Nuestra feudalizada Hacienda Pública”, edición 991

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Uno de los grandes logros que se han dado en la administración de los recursos públicos ha sido la consolidación paulatina de la caja única.

Es un esfuerzo continuado que ha llevado adelante la Tesorería Nacional, con el apoyo de los distintos ministros que hemos pasado por ahí.

Son de esos proyectos que están por encima de las banderas partidarias, pues corresponden a procesos correctos.

Por fortuna, muchos procesos en Hacienda tienen esa cualidad: se continúan de administración en administración.

Me gusta llamar a la caja única “el banco del tesoro”.

Ahí se registran las disponibilidades de recursos que tienen las distintas instituciones en sus cuentas.

Con este mecanismo, la Tesorería Nacional puede administrar los flujos de recursos que le pertenecen a las distintas instituciones.

Antes de que existiera la caja única, el Gobierno Central se veía obligado a girar a las instituciones el dinero efectivo, digamos mes a mes, o como lo definieran las regulaciones.

Además, si las instituciones no gastaban esos dineros, cosa que es normal, entonces ellas mismas iban al mercado a invertir esos “excedentes” en bonos del mismo Gobierno Central.

¡Qué locura! El Gobierno giraba la plata, las instituciones no la usaban, y entonces compraban bonos al mismo Gobierno.

Desde luego, por ese monto que invertían en el Gobierno, había que pagarles los correspondientes intereses.

Es perfectamente posible pensar, que hubo casos en que el Gobierno para girar ese efectivo, emitía bonos que las mismas instituciones le compraban.