Columna Enfoques: Regresa el oso

La estrategia rusa en Centroamérica no es positiva, como lo ha señalado nuestro Canciller inquieto por los acuerdos de Rusia y Nicaragua.

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.


Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.


Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Durante la Guerra Fría, EE. UU. y la Unión Soviética compitieron en las periferias de sus zonas de influencia, lo que llevó a una activa presencia de la URSS en América Latina.

Cuba y Nicaragua fueron el mejor ejemplo de esto ; sin embargo, la implosión del comunismo los llevó a retirarse, traumados por la pérdida de los estados Bálticos, Europa del Este y estados en Asia Central.

A inicios de siglo asistimos a un débil regreso , con visitas de los presidentes rusos. Empero, no será sino hasta los finales de la primera década del siglo que los herederos de Pedro El Grande volverán al Hemisferio Occidental.

Esta vez no se apoyarán en la ideología revolucionaria ni tienen gran poder económico.

El nacionalismo gran ruso no es una ideología revolucionaria, sino una mezcla de autoritarismo con moralismo que culmina en rechazo del pluralismo polìtico, homofobia y encarcelamiento de roqueras.

El comercio con América Latina alcanza solo $18.800 millones (2013), palideciendo frente a los $257.900 millones de China.

La reinserción rusa está relacionada con lo militar. Entre 2001 y 2013, Rusia vendió armas a América Latina por $14.500 millones. Las visitas de barcos y bombarderos estratégicos también caracterizan el nuevo período.

Las más reciente presencia se origina en la intención de crear fricciones en el patio trasero de EE. UU., como respuesta a la presencia de estos en Georgia (2008) y Ucrania.

La estrategia rusa en Centroamérica no es positiva, como lo ha señalado nuestro canciller inquieto por los acuerdos de Rusia y Nicaragua: “La compra de arsenales y programas militares generan incertidumbre (…) ante la posibilidad de contraponer intereses geopolíticos estratégicos externos con aspiraciones de desarrollo, prosperidad y paz”.

El entusiasmo de Moscú por la multipolaridad oculta ambiciones de gran potencia que subordinan nuestros intereses a sus proyectos de confrontación con Washington.