Contrapunto: Lo bueno, lo malo y lo feo

2013: sin pena ni gloria. Edición 952

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Al hacer un repaso sobre el acontecer económico durante el 2013, surgen, como siempre, unas partes buenas, otras malas y otras feas.

Lo bueno del 2013 tiene que ver con la estabilidad financiera y la competitividad. La inflación y las tasas de interés bajaron, y el tipo de cambio se mantuvo sin grandes variaciones. Eso facilita muchísimo la toma de decisiones económicas. Además, y como señal de que algo se logró en la reducción de trámites para hacer negocios, el país mejoró en los dos principales indicadores internacionales de competitividad.

Lo malo es que la economía nacional creció mucho menos que el año anterior. Parte de la culpa de la desaceleración se le puede achacar al bajo crecimiento de nuestros socios comerciales. Pero también es claro que acá no hemos hecho la tarea para mejorar algunos aspectos de competitividad pendientes desde hace rato.

Encima, se tiene la sombra del problema fiscal. Si bien ya se inició la discusión sobre cómo resolverlo, en realidad no se han tomado las decisiones fuertes para evitar una debacle fiscal en el mediano plazo. Se ha hecho poco para contener el crecimiento del gasto público o para mejorar su eficacia. Además, siguen habiendo grandes portillos en el sistema tributario.

A pesar de lo bueno, y en parte por culpa de lo malo, durante el 2013 el nivel de pobreza del país no mejoró y la desigualdad, más bien, aumentó. Esa combinación hace que se vaya creando un ambiente en el cual a los pobres les cuesta salir de dicha condición, y a la clase media le cuesta cada vez más cubrir sus necesidades. En ese ambiente, lo feo es la desesperanza que se va creando en la ciudadanía y que influirá enormemente en cómo votará el próximo 2 de febrero.