Contrapunto: ¿Por qué no dolarizamos?

Comentario al editorial de la edición anterior 1010: ¿Administración o flotación?

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Los breves períodos de libre flotación que permitió el Banco Central de Costa Rica (BCCR), después de abandonar las minidevaluaciones, en el 2006, sirvieron para descartar esa alternativa, ya que nuestro pequeño mercado cambiario demostró ser ineficiente y fácilmente manipulable.

Ante esa evidencia, el ente emisor decidió que lo mejor para sus intereses sería hacerse cargo de la manipulación del tipo de cambio, algo que su inconveniente Ley Orgánica permite.

Para maximizar sus beneficios, determinó que intervendría cada vez que le plazca –sin transparencia y sin rendición de cuentas– manteniendo en secreto sus objetivos y reglas de intervención.

No debemos olvidar que, como consecuencia de cada intervención, redistribuye injustamente riqueza (más de un vivillo gana plata).

El editorial de la semana pasada puso el dedo en la llaga al denunciar los excesos de “administración” del tipo de cambio, por parte del BCCR, que pavimentaron el camino para llegar al sistema de “flotación arbitraria”.

El premio Nobel de Economía Friedrich A. Hayek nos recuerda los peligros de un sistema de este tipo, en The Road to Serfdom (1944): “Si la ley dice que una junta o autoridad puede hacer lo que le plazca, cualquier cosa que esa junta haga es legal –pero sus acciones, definitivamente, no están apegadas al Estado de derecho–. Al otorgar poderes ilimitados al Gobierno, la regla más arbitraria se puede hacer legal; y, de esta manera, una democracia puede establecer el más completo despotismo que se pueda imaginar”.

¿Por qué no dolarizamos y ponemos fin a la arbitrariedad?