Tras la semblanza al ministro don Édgar Ayales, destacan sus rasgos personales y los retos que enfrenta.
-Responsabilidad. El costo de la inacción en materia fiscal es muy elevado y afecta a los más necesitados. El Gobierno para pagar sus gastos debe recurrir al mercado financiero y endeudarse, compitiendo y haciendo que las tasas de interés suban, lo cual afecta a los demás demandantes de recursos. Consecuencia de ello, las inversiones se frenan y se afecta la generación de empleo. La responsabilidad del señor ministro por encontrar una salida al gran déficit fiscal es admirable.
-Visión de futuro. El ministro Ayales no ha perdido la esperanza y busca solucionar el tema con el planteamiento de una nueva reforma fiscal. Esa es una medida responsable y necesaria pese a que posee un costo político enorme, por ello es de admirar la tenacidad del Gobierno al emprender por segunda vez esta cruzada. Los detractores verán la oportunidad para ganar votos oponiéndose, y de una manera miope, comprometiendo un futuro sano para nuestra economía.
-Apertura, credibilidad. El ministro ha sido claro y ha explicado las razones por las cuales su planteamiento es necesario, y lo cierto es que sus declaraciones son bien acogidas, pues él posee la credibilidad de su experiencia en ese campo y está abierto al diálogo.
-Balance y mesura. Los gastos del Gobierno crecen a mayor ritmo que lo hacen los ingresos. Balancear esa escasez de ingresos y atender las demandas de la población debe llevarse a cabo con cautela y sabiduría, atributos siempre presentes en Ayales. Esta posición ministerial no es una para ganar adeptos ni votos, y es posiblemente el puesto más difícil y sacrificado de todo el Sector Público.