Hace bien EF en recordar en su editorial anterior el quinto aniversario del primer referéndum realizado en Costa Rica.
Todos sabemos cuál fue su resultado, que se concretó en la aprobación del Cafta por un muy pequeño margen de votos y gracias a una campaña de exageraciones, ofertas desmesuradas y hasta falsas, así como desigualdad en las fuentes de financiamiento. Fue algo así como burro amarrado con tigre suelto.
Conviene recordar que la aprobación de la ley del referéndum se dio gracias a la incorporación en nuestra constitución política del término “Participativa” en la definición de nuestro sistema de convivencia, pues urgía ponernos a tono con la Carta Democrática Interamericana, instrumento internacional, aprobado por nuestros diputados, luego de que la misma fuera adoptada por unanimidad en la Asamblea General de la OEA.
Allí se define que la democracia debe ser participativa. La iniciativa de crear la Defensoría de los Habitantes tiene este mismo marco histórico, igual que la idea de incorporar en nuestra constitución el derecho humano a la paz, que está todavía en proceso de discusión en el Congreso.
Ya el pueblo tico fue llamado una vez a emitir su voto en el primer plebiscito, pronto es posible que otras iniciativas de legislación de origen popular se concreten, como la que está en estos momentos reuniendo firmas para reformar la integración de la Junta Directiva de la CCSS.
En síntesis, los costarricenses hemos sido dotados de una nueva herramienta democrática, en el futuro su aplicación ayudará a mejorar nuestro sistema directo de decisiones claves para nuestro desarrollo, sino a fomentar, una mayor participación ciudadana.