Difícil gobernanza del PAC

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Sin duda alguna, la práctica política del gobierno del Partido Acción Ciudadana (PAC) dista mucho de cómo sopesaba el comportamiento de la realidad –contenida en el Plan de Gobierno y en el esbozo del Plan Nacional de Desarrollo–, antes que asumiera las riendas del Poder Ejecutivo. Algunas hipótesis barajadas para darle sustento a sus planteamientos tienen que ser reconsideradas a la luz de la experiencia obtenida hasta ahora.

Una cosa es desear cambiar algo y, otra, si se puede hacer. Por más loables e innovadoras que sean las aspiraciones políticas, reunidas en una suerte de mesianismo, no se debe pasar por alto que “lo que está fuera”, en la sociedad en su conjunto, no coincidirá necesariamente con nuestros pensamientos.

La teoría adaptada a la realidad, no a la inversa.

Se puede “forzar” la realidad para que se parezca poco o mucho a lo visualizado, si se dispusiera de los suficientes recursos de liderazgo, políticos, mediáticos, estratégicos, y materiales, para que podamos planificar con cierta certidumbre de logro los resultados esperados. Pero no es el caso del PAC, al menos no trabajando en solitario; ni será quizás la de ningún partido político en el futuro que tome el Gobierno y no tenga mayoría en el Congreso.

El contexto actual de poca representación diputadil del PAC, con alianzas con uno o dos partidos que pueden ser efímeras según se cumplan o no los compromisos asumidos, es un ejemplo claro de condicionamiento de los objetivos cifrados en campaña.

Otro, es la variación de los “intereses concordantes” con sectores sociales de acuerdo con las circunstancias de poder prevalecientes y los principios del PAC (v.g. el supuesto apoyo indirecto a las grandes empresas exportadoras y el rechazo a las pretensiones de Sintrajap con motivo de la huelga en Limón, y el “guiño” a los sindicatos y al Frente Amplio en virtud del levantamiento del veto a la Reforma Procesal Laboral).

Metodología a revisión

La correlación de fuerzas a nivel del Estado, hoy día en Costa Rica, hace y hará muy difícil o imposible que un partido político, por más legitimidad electoral que tenga, se imponga a sus pares y a otros grupos.

La sociedad diversificada, hiperinformada y desmasificada, con poderes contestarios en diferentes estamentos –varios de ellos reflejados en la Asamblea Legislativa–, limitará el ejercicio de una visión única de país promovida por aquél partido. Y aunque se intente, lo más probable es que tal visión sea una panoplia ecléctica de distintos puntos de vista, derivada de los disímiles intereses en pugna en el Estado que buscan su representatividad en las grandes decisiones.

Solo hay cabida para la negociación y para la inteligencia inédita, si se quiere salir ganancioso con algunas de las propuestas presentadas.

Una revisión de la metodología política pensada por el PAC para alcanzar sus objetivos y metas para cuando estuviera en el Gobierno, se hace necesaria para adecuarla al “juego” y al estilo de los distintos actores.

La administración de la cosa pública por parte del PAC ha dado grandes lecciones “dolorosas” a sus dirigentes gubernamentales: es muy seguro que el “aprendizaje a alta velocidad” que ha tenido que asimilar haya cambiado concepciones primigenias sobre el modo de trabajar y de llevar adelante su programa de Gobierno. Pero también, ha sido una oportunidad de “medir” el grado de fidelidad ética de miembros de ese Partido en el Gobierno y la Asamblea Legislativa a sus principios ontológicos. Ottón Solís, se ha encargado de desnudar las falencias en este sentido.

El PAC, definitivamente, tiene mucho “camino por recorrer”, y admitir humildemente que le está costando bastante gobernar, contrario a lo que pregonaba.

*Politólogo