Editorial 2013: sin pena ni gloria

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En EF despedimos el año con una reflexión sobre el desempeño de la economía en el 2013. El bienestar de la población —principal propósito de la actividad económica— no logró grandes avances en Costa Rica.

Efectivamente, un grupo de economistas encuestado por este periódico le otorgó una baja calificación al desempeño de la economía en crecimiento de la producción, en generación de empleo y en reducción de la pobreza.

El PIB de Costa Rica en el 2013 creció por debajo del 4 %. Es decir, por debajo de la tendencia en años relativamente normales. Fue un crecimiento insuficiente para impulsar una notable reducción de la pobreza por medio de un fuerte incremento en los puestos de trabajo y en los ingresos reales de los hogares.

En materia de inflación se debe destacar que se logró cumplir holgadamente con la meta de inflación establecida por el Banco Central.

Las circunstancias externas e internas de la economía explican un año con un desempeño sin pena, ni gloria.

No debemos olvidar que la pequeña economía costarricense depende fuertemente del desempeño de la economía mundial. En el 2013 el crecimiento económico fue lento. La reactivación de la economía de Estados Unidos fue lenta y la Unión Europea estuvo empantana en la recesión económica. Todo esto, junto con otras circunstancias, hizo que el motor exportador de la economía costarricense no mostrara el dinamismo de otros años.

No se debe olvidar que la abundancia internacional de liquidez permitió al país un financiamiento barato de los sectores público y privado en el exterior. El Gobierno Central financió una parte importante de su déficit en el mercado financiero internacional. También el sector privado tuvo un importante acceso al financiamiento externo.

En materia de política pública interna, no se hicieron avances importantes para mejorar el desempeño económico. En vez de hacer un listado de los muchos campos del quehacer público en el cual no ocurrieron avances importantes queremos concentrarnos en tres: finanzas públicas, infraestructura y tramitomanía.

El déficit de las finanzas del Gobierno Central se situó por encima del 5 % del PIB y amenaza con aumentar en los próximos años. Si bien el nivel de endeudamiento del Gobierno Central actualmente no es alarmante, podría volverse insostenible en el mediano plazo si no hay una corrección sustancial en el tamaño del déficit. El financiamiento del déficit no presionó al alza las tasas de interés en el estrecho mercado financiero local porque una parte del déficit fiscal se financió en el exterior.

Es justo reconocer que el Ministro de Hacienda inició un proceso para discutir las opciones existentes para corregir el déficit fiscal.

En materia de infraestructura pública, los rezagos acumulados desde hace muchos años se hicieron más evidentes y el Poder Ejecutivo —a pesar de tener importantes montos de recursos financieros— fue incapaz de gestionar los más importantes proyectos.

En el campo del mejoramiento y simplificación de los trámites, las personas y las empresas siguen sometidos a trámites lentos y costos que en muchos casos no contribuyen a los objetivos de la política pública e impiden un mayor crecimiento económico.

En conclusión, en el 2013 el país y las instancias políticas no fueron capaces de lograr avances para un mejor desempeño económico que se manifestara en un mayor bienestar de los ciudadanos.