Editorial: El PAC ante los desafíos de la institucionalización

En su nuevo pluralismo interno está dispuesto a admitir personas a las que antes etiquetaba con la gastada etiqueta de neoliberales

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​La organizaciones se institucionalizan cuando consolidan sus procesos de reproducción interna, definen su identidad y superan sus contradicciones sin divisiones significativas. El Partido Acción Ciudadana (PAC) logra su carta de ciudadanía como miembro de la clase política luego de participar en cinco elecciones nacionales, obteniendo representación parlamentaria y alcanzando dos veces, de manera consecutiva, la presidencia de la República.

Temeroso de los procesos internos, los evitó hasta convencerse que estos eran fuente de fortaleza institucional y no vía para la infiltración de sus adversarios, como lo predicaba incansablemente uno de sus ideólogos.

El cemento fundador inicial fue la reivindicación ética frente a los partidos tradicionales y hasta el 2010 no surgieron agendas partidarias diferentes, que plantearan con fuerza otros temas y cesaran de enfatizar en una visión de la moral como sustituto del Código Penal.

El famoso código de ética del PAC originario pareciera ampliado hoy con políticas, visiones y acciones que integran nuevos valores y objetivos en la estructura y cultura del partido. El pluralismo ideológico y la apertura a otros sectores sociopolíticos marcan la institucionalización más allá de la rebeldía antiliberacionista de su fundador.

El fundamentalismo eticista llevó inclusive a que Ottón Solís fuese marginado en algunas ocasiones, al enfrentarse al pragmatismo y al oportunismo de algunos sectores partidarios.

El cambio abstracto

La elección del 2014 se centró en el tema del cambio abstracto y en una visión confusa de la agenda país que llevó al presidente electo hace cuatro años a la peligrosa afirmación que un déficit fiscal del 6% eran manejable y que no se necesitarían impuestos en los primeros dos años de su gestión.

El nuevo gobierno del PAC, electo el pasado 1° de abril, deberá enfrentar no sólo el déficit fiscal, sino también el déficit de la seguridad, infraestructura y de la creciente desigualdad.

La contigüidad de dos administraciones impedirá que en el 2022 el PAC siga achacando las falencias nacionales a las administraciones anteriores y al bipartidismo. Este partido adquirió ya su cédula de identidad y deberá de responder entonces por ocho años de gobierno continuo; ya no es retador, sino un partido más del sistema.

El presidente electo, ante lo limitado de su representación parlamentaria ha tomado el camino correcto de incluir en su proyecto de gobierno a fuerzas provenientes de los partidos tradicionales, fenómeno que no debe extrañar, pues en toda transición hay elementos de continuidad. Solo Dios podría crear el mundo desde la nada.

Abandona Carlos Alvarado la ruta estigmatizadora del fundador del partido, quien en algunos momentos asimiló a todos los miembros de la clase política tradicional con la corrupción y el mal absoluto.

La nueva apertura revela que Acción Ciudadana dejó de ser el partido de gente PAC para emprender la ruta de un partido multiclasista con visiones múltiples y que en su nuevo pluralismo interno está dispuesto a admitir personas a las que hace unos años etiquetaban con la gastada etiqueta de neoliberales.

Lo importante ahora es que esa conversión sea sincera y que las nuevas ideas se puedan traducir en políticas públicas concretas, alejadas de la dispersión intelectual y práctica de la actual administración. Los recién llegados al gobierno de Carlos Alvarado deberán buscar garantías de que sus visiones se implementarán y que su apoyo político no quedará reducido al maquillaje electoral necesario para la victoria en la segunda ronda.

La oferta del gobierno de unidad nacional estará condicionada por el tipo de ministerios que se ofrezca a los nuevos aliados, pero ante todo por las negociaciones que se establezcan en el escenario legislativo. Condicionar la negociación legislativa a los cargos en el Poder Ejecutivo puede ser una ruta peligrosa si los que incursionen en el proyecto carecen del respaldo legislativo y partidario.

Aprendizaje para Alvarado

Los recientes escándalos de corrupción y la mala gestión política de los dos primeros años de gobierno de Luis Guillermo Solís también deben servir de aprendizaje a Carlos Alvarado.

La lentitud en la toma de decisiones claves (Melvin Jiménez), o el amiguismo y la negación en el caso del "cementazo", son lecciones para el nuevo presidente; uno no se entierra con los amigos y no debe ver en toda denuncia la mala fe de los adversarios.

El aperturismo del próximo mandatario es una buena señal, pues permitiría la entrada de aire fresco en un PAC encerrado durante mucho tiempo en su burbuja eticista y anti-bipartidista, pero es imprescindible que Alvarado demuestre que la apertura es real y no cosmética.

También es crucial evitar que con el aire fresco se le introduzcan las moscas, los políticos gastados en busca del botín clientelista, a la caza de puestos y sin compromiso con una agenda país.

El PAC está enfrentado al reto de los resultados de política pública en el marco de respeto a sus principios, aunque alejado del eticismo de corte fundamentalista que le impediría las adecuaciones tácticas para el logro de una visión estratégica que pareciera definirse mejor al enfrentar los retos del presente con apertura e inclusión.