Editorial: El temor a flotar

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Hace siete años el Banco Central de Costa Rica (BCCR) hizo importantes modificaciones en el régimen cambiario: abandonó el sistema de minidevaluaciones, fijó transitoriamente bandas cambiarias y anunció el establecimiento de alguna modalidad de flotación cambiaria en un contexto de metas de inflación.

Sin embargo, el sistema de bandas cambiarias, en vez de un sistema transitorio, se ha transformado en permanente. Hay temor a la flotación entre los agentes económicos y posiblemente en el mismo Banco Central. En un reportaje reciente de EF los principales candidatos presidenciales externaron sus dudas con respecto a la flotación del tipo de cambio. Esta resistencia, o prudencia, con respecto a las modificaciones en el sistema cambiario se origina en causas que deben entenderse. Véamos algunas de ellas.

La economía mundial en 2008 y 2009 sufrió una severa crisis financiera, lo que originó un escenario riesgoso para la economía costarricense y poco propicio para modificar el régimen cambiario.

Las políticas monetarias expansivas de la Reserva Federal de Estados Unidos para enfrentar la crisis han presionado por una apreciación real de las diferentes monedas, entre ellas el colón, con respecto al dólar. Por lo tanto, la revaluación real del colón con respecto al dólar en los últimos siete años no ha sido causada necesariamente por el sistema de bandas.

En los últimos años, el aumento del déficit fiscal en Costa Rica ha sido un factor interno de inestabilidad macroeconómica que hace riesgosa la decisión de salir del sistema de bandas. El alto nivel del déficit fiscal ha presionado al alza las tasas de interés locales, con lo cual se hace atractiva la entrada de capitales de corto plazo. Más recientemente, el financiamiento externo del déficit fiscal plantea dilemas con respecto a sus consecuencias en el mercado cambiario y en el manejo de la política monetaria.

El alto nivel de dolarización del sistema financiero costarricense también plantea riesgos en las decisiones de modificar el régimen cambiario. En este aspecto el Consejo Nacional de la Supervisión del Sistema Financiero y la Superintendencia de Entidades Financieras han avanzado recientemente en establecer normas para que las entidades financieras tengan una mejor administración de los riegos ante las variaciones del tipo de cambio.

Otro elemento que introduce temores con respecto a la flotación del tipo de cambio, son las imperfecciones del mercado cambiario para generar precios estables que reflejen la verdadera escasez de la moneda extranjera y no condiciones monopólicas. En estos siete años no se han desarrollado los instrumentos financieros para que los agentes económicos puedan protegerse de la volatilidad cambiaria. Pero posiblemente estos instrumentos no surgirán hasta que ocurra algún grado de volatilidad cambiaria que los haga necesarios.

El BCCR no ha definido las características concretas del sistema de flotación administrada al cual pretende llegar. ¿Cuál sería el objetivo de las intervenciones: modificar la tendencia o reducir la volatilidad de corto plazo? ¿Existirán reglas de intervención conocidas de antemano o el Banco Central tendrá discrecionalidad en sus intervenciones? La incertidumbre sobre cuáles son las características del sistema al cual se pretende llegar, genera temores adicionales con respecto a la flotación.

En conclusión, hay elementos que producen temor ante el cambio. Algunos de estos elementos se pueden enfrentar y otros no. Las condiciones de la economía mundial no las podemos cambiar. En materia del riesgo cambiario en el sistema financiero ya se dieron los primeros pasos para mejorar su administración. Pero hay dos retos pendientes: primero, se debe encarar la potencial inestabilidad económica generada por el alto déficit fiscal y, segundo, el Banco Central debería explicarle al país con mayor grado de detalle cuáles son las características del sistema de flotación administrada que pretende implantar. Esto no debería ser una sorpresa.