Editorial: Excesos en las redes y voto informado

El presidente de la República tiene que conocer la realidad del país y demostrar capacidad analítica frente a los problemas

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.


Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.


Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

​La legitimidad de los gobiernos y de los procesos políticos se ha transformado. En efecto, el reconocimiento del derecho a gobernar de los representantes, por parte de los ciudadanos, ha experimentado cambios significativos.

Los representantes, surgidos de la legitimidad de origen que otorgan las elecciones nacionales, se han visto sujetos a un proceso de validación constante en los periodos inter-electorales.

La legitimidad electoral compite con una legitimidad de ejercicio que surge continuamente del juicio ciudadano sobre las acciones de sus representantes.

El desarrollo de los medios de comunicación audiovisuales significó un cambio cualitativo en estos procesos de validación política. La prensa escrita tiende a ser desplazada por los noticieros televisivos, la mayoría de la gente obtiene su información y forma su opinión política observando telenoticieros.

El Homo Videns ha reemplazado a los lectores, y las imágenes, con su emotividad hacen olvidar del peso reflexivo de la lectura. El proceso de disminución de la importancia de la Galaxia de Gutenberg, la grafo-esfera, se ha profundizado y han surgido nuevos espacios sociales para la producción de la legitimidad o ilegitimidad política, en la vídeo-esfera.

Las redes sociales, entre las que destacan Twitter y Facebook, han modificado de nuevo el panorama. La opinión e informaciones publicadas por los medios precedentes han visto aparecer publicaciones de cientos de miles de opiniones que surgen de manera inmediata y espontánea, aunque a veces acompañadas de troles manipulados, compitiendo con las informaciones programadas por los medios tradicionales.

Los nuevos espacios no están sujetos a los requisitos de comprobación y objetividad mínimos que seguían los medios anteriores para mantener su credibilidad; por el contrario, la gente llega a atribuir verdad a informaciones que carecen de certificados de procedencia y no ofrecen mecanismos para su comprobación.

Lo anterior ha generado el fenómeno de las llamadas fake news, resulta fácil construir verdades alternativas, sin recurrir a estándares de rigurosidad informativa, confundiendo información con opinión, desorientando así a la ciudadanía.

El espacio abierto a la mentira impune abre la oportunidad para los demagogos populistas quienes inundan las redes con afirmaciones falsas, frívolas y superficiales, pensando que estas son determinante para la decisión electoral.

Si bien es cierto que ningún político puede ignorar estos terrenos, lo cierto es que son condicionantes y no determinantes de la política. Las afirmaciones sin sustento argumentativo y prueba han llevado a batallas en las redes, marcadas por una intensa interacción emocional y carentes de racionalidad y objetividad; la política cada vez está más marcada por el recurso a emociones como el resentimiento y la venganza.

El filtro de la seriedad

Hace bien el Tribunal Supremo de Elecciones en llamar al voto informado e inteligente que sopese las propuestas de los candidatos frente a los problemas y el futuro del país.

Lo anterior no supone descartar todas las emociones de la política, la esperanza es una de ellas; la crítica negativa debe ser desplazada por mensajes que insistan en la posibilidad de un futuro mejor y llamen a la participación informada de los ciudadanos.

El mes de enero augura confrontaciones electorales, los principales medios de comunicación organizarán debates públicos y lo mismo hará el Tribunal Supremo de Elecciones, esta será la oportunidad para que los ciudadanos examinen detalladamente a los candidatos.

Las propuestas deberán pasar el filtro de la seriedad y la fundamentación objetiva, así como el test de la viabilidad y de los mecanismos concretos para su implementación.

El presidente de la República tiene que conocer la realidad del país y demostrar capacidad analítica frente a los problemas.

Igualmente, los debates serán ocasión para que la ciudadanía mida las personalidades de los candidatos y evalúe su capacidad de control de impulsos frente a situaciones de tensión y conflicto, el gobernante tiene que ser un hombre sereno y sin bajas pasiones que cieguen su entendimiento.

El mes próximo será también de intensa actividad propagandística, la ciudadanía debe estar alerta para identificar y desarticular las manipulaciones de la publicidad exigiendo objetividad y verificación.

Las modificaciones en los terrenos de la información y opinión demandan una ciudadanía participante y opinante, pero exigen responsabilidad de todos, en primer lugar de partidos y candidatos. Todos debemos estar en capacidad de responder de nuestro dicho con argumentos sin recurrir a la ofensa, al estigma, la palabrería vacía o la logorrea.