Editorial: Futbol y visión gerencial

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.


Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.


Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

El Campeonato Mundial de Futbol es la más alta expresión de una industria global cuyo valor económico y social crece cada día. Pero como ocurre en tantas industrias, no lo hace de manera homogénea ni equitativa, sino que tiende a concentrar sus riquezas en unas cuantas naciones y organizaciones.

La cadena de valor de esta industria genera muchos billones de dólares a nivel global y mueve millones de dólares a nivel nacional, sobre todo cuando un equipo nacional clasifica, como ha ocurrido en nuestro caso, al Campeonato Mundial.

Un torneo de futbol es, esencialmente, parte de las industrias de medios y espectáculos de un país, del que se aprovechan empresas para mercadear sus marcas, fomentar su imagen y canalizar recursos millonarios, de los cuales solo una pequeña parte queda en manos de quienes son sus principales actores: jugadores, técnicos, árbitros, dirigentes y funcionarios de los equipos y ligas.

Las grandes marcas de equipos e individuos, sin embargo, han empezado a capturar una porción creciente de todo el valor creado. Organizaciones de primera línea como Real Madrid, Barcelona, Manchester United, Bayern Múnich y Milán A. C. y sus estrellas cada vez logran mejores y más ricos contratos con base en la calidad de espectáculos que ofrecen, en el mercadeo de marcas propias y de terceros, en el manejo cuidadoso de su imagen y en la expansión global de sus marcas.

Esto mismo apenas se empieza a gestar, a nuestra escala, en el medio local con organizaciones más sofisticadas y profesionales entrando a manejar algunos equipos. La clasificación al Mundial se convierte, entonces, en una gran oportunidad de expansión y crecimiento para la industria nacional de fútbol. Las grandes marcas comerciales ya están desplegando sus campañas mundialistas, a la vez que algunos de nuestros jugadores estrella han empezado a explotar su imagen con un sentido más claro del valor que representan. La maquinaria de mercadeo está lista para aprovechar el momento que bien puede extenderse en todas las direcciones con un buen desempeño del equipo y sus figuras en el Mundial.

Por eso es que el entrenador Jorge Luis Pinto tiene una enorme responsabilidad al convocar al equipo, manejarlo y proyectarlo a la comunidad nacional e internacional. Parte de su visión administrativa y estratégica está plasmada en la sección Gerencia de esta edición.

El equipo debe ser una mezcla de talento técnico y táctico, compromiso –la voluntad de “morir por la camiseta”– y balance, con figuras que, por su personalidad, imagen y respaldo –de sus equipos, representantes y familias–, puedan levantar el fútbol nacional a un nuevo nivel de desempeño, tanto en el aspecto deportivo como en el económico y social.

El estilo de liderazgo del director técnico durante el torneo determinará la cultura y valores con que el equipo se desempeñe y, a través de estos, definirá cómo se perciba al equipo por parte de los públicos relevantes.

Sobre Jorge Luis Pinto y los jugadores descansa mucho más que el resultado de tres difíciles partidos de fútbol. De su comportamiento, disciplina, compromiso y trabajo depende que nuestro balompié alcance un nuevo nivel de desempeño para beneficio propio, de la industria nacional de futbol y hasta cierto punto, de todo el país.

Su buen ejemplo y desempeño nos inspirará a todos.