Editorial: La defunción de Bancrédito

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El Gobierno anunció recientemente la aceleración del proceso de “transformación” y el cierre de las actividades de intermediación financiera de Bancrédito. En la edición de esta semana presentamos un reportaje para analizar las consecuencias de tal anuncio. En este editorial nos interesa poner en perspectiva la situación pasada y presente de Bancrédito.

Los problemas financieros de ese banco no son nuevos. Por lo tanto, la noticia del cierre de sus operaciones comerciales no resulta sorpresiva. Esta institución ha arrastrado, desde hace varias décadas, debilidades financieras que finalmente no logró superar. No pudo o no quiso modernizar su estrategia de negocios y eso se paga caro en un mercado financiero de alta innovación.

Lamentablemente, Bancrédito, en vez de escoger la ruta de la modernización, se aferró a unos cuantos negocios puntuales (administración de fondos de banca de desarrollo, por ejemplo) con el sector público para tener un salvavidas de corto plazo y sobrevivir momentáneamente. En general, estos negocios fueron logrados por la influencia de sus padrinos políticos y no por las ventajas competitivas del Banco.

A fines de la década de 1990 se inició un proceso de absorción de Bancrédito por parte del Banco de Costa Rica. Si se le hubiera dado continuidad, no estaríamos con las congojas actuales, pero después del 2006 este proceso se interrumpió y la institución se sintió suficientemente sólida como para seguir sola en la competencia bancaria.

En este editorial podríamos realizar una larga enumeración de los problemas financieros de este Banco, de sus debilidades en cuanto a estrategia, solvencia, liquidez, etc. Podríamos mencionar que su pequeño tamaño no le permite explotar las economías de escala normalmente existentes en el negocio bancario. Sin embargo, no estaríamos mencionando la verdadera causa de los problemas.

El origen de los males de Bancrédito está en la falta de un gobierno corporativo adecuado. En general, los miembros de la junta directiva de esta entidad no han tenido experiencia, ni formación en el negocio bancario. La gran mayoría de estos directores llegaron a estas posiciones solo por sus méritos en la política electoral. Por lo tanto, era poco probable el éxito de la institución, si estaba gobernado por una junta directiva de tales características.

El Gobierno de la República ha anunciado la “transformación” del banco y el “cierre” de su operación de intermediación financiera. Entendemos del costo político de hablar pura y simplemente del cierre del Banco, pero seamos sinceros: en la realidad, se está anunciado el cierre, porque más del 80 % de sus entradas se originan en los ingresos financieros de su cartera de crédito y de inversiones.

Estamos de acuerdo con el Gobierno de que la operación de intermediación financiera de Bancrédito no resulta viable. Sin embargo, nos parece que fue poco prudente anunciar el cierre de estas operaciones sin contar con un plan específico. El anuncio del Ejecutivo incentivó el retiro de depósitos por parte de los clientes, con la consecuente pérdida de valor del Banco.

Nos parece que era mejor opción “vender” la cartera de depositantes y algunas sucursales a los bancos públicos. Incluso con esta opción de venta se habría logrado proteger, al menos parcialmente, la planilla de empleados de Bancrédito, que habrían pasado a trabajar a otra entidad, en vez de quedar desempleados.

Con respecto a la cartera de crédito también debería escogerse un método de venta para maximizar su valor. Una especie de subasta entre intermediarios financieros públicos y privados podría ser una forma eficiente para que el impacto fiscal del cierre sea menos grave.

También nos preocupan algunos de los planes para la “transformación” de Bancrédito. En el reportaje de esa edición el ministro de la Presidencia propone para la entidad “la especialización en temas de infraestructura vial o escolar, así como emprendimientos o startups ”.

Ante estas declaraciones, nos preguntarnos sobre cuáles son las ventajas o méritos que tiene Bancrédito para incursionar en el mundo de proyectos de infraestructura o negocios de emprendimiento. ¿Cuáles son las señales que ve el Poder Ejecutivo en el Banco como para pensar que pueda ser exitoso en esas nuevas tareas que nunca ha realizado? Lamentablemente, no vemos ninguna de esas señales. Más bien nos parece que la propuesta de “transformación” es simplemente la forma de no aceptar la defunción de Bancrédito y entrar en el mundo de la ilusión sin fundamento.

En conclusión, en el cierre de Bancrédito se deben tener dos cuidados: primero, hacerlo en la forma menos costosa y, segundo, en el proceso de “tranformación” no meterlo en tareas encaminadas al fracaso que nos pueden resultar muy caras. Es mejor hacer un cierre del Banco y no incursionar en “transformaciones” ilusorias.