Editorial La ruta correcta

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El camino hacia el desarrollo no es recto ni fácil, pero muchos países han encontrado la fórmula para avanzar decididamente y asegurar una mejor calidad de vida para sus habitantes. En el caso de Costa Rica, la incorporación a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) es un medio idóneo para encontrar puntos de referencia que nos permitan medir nuestro desempeño en muchas áreas claves, aprender de la experiencia de otros países y emprender la ruta con un norte más claro y el apoyo de sus miembros.

Por ello, la decisión que tomó la Administración Chinchilla en el 2012, de iniciar el proceso hacia ese cometido, lograr que se nos abrieran las puertas y establecer un plan de acción, fue una decisión acertada, como lo ha sido también la continuidad que le ha dado la actual administración y su intención de finalizar el acuerdo de adhesión antes de que termine su periodo.

Muy probablemente se requiera, además, la contribución de una tercera administración para alcanzar, en su momento, la aprobación legislativa de lo acordado y su debida implementación, todo lo cual muestra el nivel de complejidad del proyecto y el gran compromiso que requiere.

Los diagnósticos y evaluaciones realizados por la organización hasta la fecha han hecho ya aportes importantes, pues evidencian con precisión nuestras falencias y muchas de sus recomendaciones son de recibo inmediato, aunque no siempre resulten indoloras.

Por supuesto que un tema relevante en este proceso incluye lo fiscal, pero este está lejos de ser el único, aun cuando muchos centren su atención inmediata en él. Particularmente relevantes para el sector empresarial serán, entre otros, aquellos que tienen que ver con el mejoramiento sostenido de nuestra productividad y competitividad, campos en los que el país tiene todavía mucho que aprender.

En ese sentido, la necesidad de revisar nuestro sistema educativo, por ejemplo, un sector en el que el Estado invierte un porcentaje sustancial del presupuesto obteniendo, sin embargo, resultados poco halagüeños y por debajo de los estándares internacionales, es una importante señal de alerta que debemos atender, no necesariamente para invertir menos sino para hacerlo mucho mejor, de una manera más eficiente y alineando la formación de nuestros jóvenes con las necesidades de los sectores productivos.

Lo mismo puede decirse de las recomendaciones de cambio en nuestro todavía imberbe régimen de competencia, con el fin de fortalecer la Coprocom y darle mayor independencia y capacidad de acción, así como en los sectores de innovación e infraestructura y, en general, en la gestión gubernamental, empezando por la gobernanza de las entidades descentralizadas. Incluso tareas tan básicas, como el levantamiento de estadísticas, del que da cuenta el reportaje de esta semana, se ven beneficiados con la OCDE.

En resumen, estos han sido, sin duda, esfuerzos y recursos bien invertidos, que nos ayudarán a alcanzar un mejor funcionamiento de nuestras instituciones de gobierno, un desempeño más eficiente de los sectores productivos, y mayor bienestar para los costarricenses.

La experiencia nos enseña que muchas veces necesitamos del apoyo externo para llevar a cabo los cambios que el país necesita y la OCDE tendrá aquí mucho que aportar.