Editorial: Lecciones de la Selección

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El profesor Jorge Luis Pinto dijo que era bueno haber quedado en el “grupo de la muerte” porque eso nos exigiría levantar nuestro juego y concentración a otro nivel. No se equivocó. La competencia nos hace mejores y, cuanto mayor sea su nivel de exigencia, tanto mejor.

Una cultura basada en planificación, disciplina en el despliegue y ejecución precisa, tenderá a dar los resultados esperados o mejores. Y cuando esa planificación se hace tomando en cuenta los recursos con conocimiento específico de lo necesario y disponible, tanto mejor, porque no se proponen metas ni tácticas descabelladas, sino aquellas que están al alcance del talento con que se cuenta.

Los incentivos estaban claros –premios, contratos, etcétera– y por eso las actitudes de los jugadores y otros actores han sido de colaboración, y su empeño y motivación por alcanzar los objetivos trazados, total.

Haber conjuntado un grupo con talentos complementarios, habilidades diferentes pero que apoyaba la estrategia y enfocarlo hacia un objetivo único y claro, tanto en lo inmediato –cada partido eliminatorio– como en el mediano plazo –la clasificación al Mundial y luego a cuartos de final– hizo que funcionara como equipo y eso le permitió multiplicarse y establecer una relación simbiótica y sinérgica en que el todo era más que la suma de las partes.

Para esto, la buena definición de los objetivos fue crucial. Los colaboradores entendían su papel en el equipo y la necesidad de mantenerse concentrados en tales objetivos a lo largo de todo el período de competencia.

Cuando un equipo enfrenta la adversidad y la supera gracias a la dedicación y excelencia en planificación y ejecución, su capacidad y confianza para superar otros obstáculos crece.

La comunicación es también crucial en todo momento entre los planificadores y ejecutores de la estrategia, al igual que la creación de un ambiente de estímulo para obtener de cada colaborador su máximo compromiso y desempeño.

En el ambiente externo es indispensable el espacio para actuar. El mayor éxito de las autoridades de nuestro fútbol fue entregar el liderazgo al profesor Pinto y concentrarse ellas en crear condiciones de apoyo que permitieran el desarrollo pleno de la estrategia planteada.

A los resultados contribuyeron la buena infraestructura, el buen equipamiento, la preparación previa y la continuidad de largo plazo de la estrategia y el equipo, pues salvo algunas variaciones este se ha mantenido por más de dos años.

Los medios, y a través de ellos el público, han tenido un papel de promoción y apoyo; en vez de cuestionarlo todo y no dar tiempo a la maduración de la estrategia. Esto le ha permitido al equipo tomar decisiones y aceptar riesgos que en otras circunstancias hubieran sido imposibles.

Todo esto ha requerido de un alto grado de compromiso y desprendimiento de cada uno de los colaboradores, desde los que tienen un papel protagónico hasta los que estaban ahí para servir de apoyo. El equipo y las metas han estado por encima del interés individual. Lograr que predominaran los objetivos compartidos sobre las metas individuales implicó que el enfoque de cada uno en la visión planteada fuera incondicional.

Un país unido alcanza grandes e importantes metas. Gracias Selección Nacional de Fútbol. Procuraremos que las lecciones que nos han regalado sirvan para mejorarnos a todos.