Editorial: Los desafíos económicos en el 2019

El gran reto de las finanzas públicas costarricenses en 2019 será llenar las necesidades de financiamiento extraordinariamente altas

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En 2018 el país fue víctima de sus propios errores en la conducción de la política fiscal cometidos durante los últimos gobiernos. La acumulación de déficits fiscales puso en riesgo la estabilidad, el crecimiento y la equidad.

Los problemas fiscales se iniciaron en 2009 y se profundizaron con el manejo irresponsable de la Hacienda Pública realizado por el presidente Solís y su ministro de Hacienda, Helio Fallas. La Tesorería Nacional en 2017 e inicios de 2018 recurrió al financiamiento de corto plazo dejando al nuevo gobierno en una situación muy comprometida. Tampoco se nos deben olvidar las maniobras presupuestarias realizadas por la Administración Solís para ocultar la verdadera situación fiscal del país.

Con el gobierno del presidente Alvarado volvió la sensatez y la responsabilidad en la administración de la Hacienda Pública. La Asamblea Legislativa y el Poder Ejecutivo trabajaron en forma conjunta para aprobar la reforma fiscal. Esperamos que esto sea un punto de inflexión en el camino para resolver la difícil situación financiera del Gobierno Central.

Sin embargo, la aprobación de la reforma fiscal no es la varita mágica para enfrentar la situación inmediata de las finanzas públicas por dos razones.

Primero, en 2019 el impacto de la reforma fiscal en la reducción del déficit será modesto. La ministra de Hacienda en la Comisión de Asuntos Económicos estimó que el déficit fiscal terminaría en 2018 en 7,3% del PIB y que se reducirá a 6,5% en 2018. Es decir, una reducción menor al 1% del PIB.

La modesta reducción del déficit fiscal en 2019 se explica porque hay un periodo de transición en la entrada en vigencia de los nuevos impuestos y en la aplicación de las medidas de contención del gasto (incluida la regla fiscal). También otro factor que complica la reducción del déficit es el aumento en el pago de intereses ocasionado por el aumento de las tasas de interés y el saldo de la deuda.

Segundo, la complicación en la situación fiscal no solo está en el nivel del déficit actual. También el problema está en el refinanciamiento de los vencimientos de la deuda; es decir, de lo que viene del pasado. Según los datos aportados por la ministra de Hacienda, los vencimientos de deuda que la Tesorería Nacional deberá pagar en 2019 serán equivalentes a un 6,8% del PIB.

Si a la cifra anterior le sumamos el financiamiento del nuevo déficit (6,5% del PIB), tenemos que las necesidades de financiamiento de la Tesorería Nacional en 2019 serán del 13,3% del PIB. Esto representa cerca de $8.000 millones y es un monto mayor al del año pasado.

Por lo tanto, el gran desafío de las finanzas públicas costarricenses en 2019 será llenar las necesidades de financiamiento extraordinariamente altas. Difícilmente esto se podrá realizar solo con recursos del mercado local. Necesariamente, el país deberá recurrir al financiamiento externo en el mediano plazo para estabilizar las finanzas públicas.

El Poder Ejecutivo ha planteado un plan de colocación de bonos en el exterior de $6.000 millones para los próximos seis años y empréstitos con entidades multilaterales por $1.000 millones para 2019. Este es un asunto delicado que deberá resolver la Asamblea Legislativa.

Consideramos que la autorización de financiamiento externo debería limitarse al monto de los vencimientos de la deuda denominados en moneda extranjera para, por un lado, permitir el refinanciamiento y, por otro lado, evitar el endeudamiento excesivo.

El desafío de lograr el financiamiento requerido por la Tesorería Nacional en 2019 implica llegar a consensos políticos entre las diferentes fracciones políticas en la Asamblea Legislativa. Pero este no solo es un desafío de política interna, el financiamiento externo deberá lograrse en mercados financieros internacionales donde ya no hay tanta abundancia de recursos, en medio de un proceso de aumento de las tasas de interés y en un ambiente donde las calificadoras de riesgo han bajado la calificación de nuestra deuda soberana.

Finalmente, tres reflexiones. Primero, la estabilización de las finanzas públicas no será una tarea fácil y rápida, porque el deterioro fiscal fue muy grande y el fantasma de la deuda nos perseguirá por varios años. Segundo, se necesitará de reformas adicionales especialmente en el ámbito de la recaudación de impuestos, en el empleo público y en la eliminación de entidades y programas públicos innecesarios. Tercero, no se debe olvidar que el equilibrio fiscal no es un objetivo en sí mismo, tan solo es un medio para que el Estado pueda realizar las políticas públicas para el crecimiento, la estabilidad y la equidad.