Editorial: ¿Navegar contra corriente?

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En el 2016 la economía costarricense navegó a favor de corriente. Las favorables circunstancias externas permitieron un desempeño relativamente bueno de la economía. Sin embargo, en este editorial de inicios de 2017 debemos señalar posibles cambios adversos que nos pueden llevar a una travesía contra la corriente, sin estar preparados para ello.

Efectivamente, hay tres fenómenos externos que han ayudado a la economía costarricense. Primero, en los últimos años Costa Rica ha tenido la oportunidad de usar y ha utilizado abundantemente el financiamiento externo a tasas de interés muy bajas. Segundo, en 2015 y en parte de 2016 los bajos precios internacionales de las materias primas –por ejemplo, petróleo– mejoraron los términos de intercambio y aumentaron la capacidad de compra del país. Tercero, la modesta recuperación económica en Estados Unidos ha permitido un repunte de nuestras exportaciones en 2016.

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En medio de este ambiente externo favorable, el desempeño de la macroeconomía costarricense en 2016 mostró un cierto crecimiento de la producción, baja inflación y reducción de la pobreza. La nota discordante fue el pésimo desempeño en la generación de empleo.

La estabilidad de la economía en 2016 descansó en las buenas circunstancias externas, porque internamente no se hizo mucho para proteger eficazmente la estabilidad. Por el contrario, en 2016 y, desde hace varios años, el país tiene un déficit fiscal y un nivel de endeudamiento del Gobierno Central tan altos que no son consistentes con la estabilidad de mediano plazo.

Para 2017 la situación externa podría cambiar. La fuente de estos cambios puede venir de dos frentes. Uno es la normalización de la política monetaria en Estados Unidos. Ya en diciembre del año pasado la Reserva Federal de los Estados Unidos realizó un aumento en la tasa de interés de política monetaria y podría realizar 2 o 3 aumentos adicionales en 2017.

El otro frente de modificación en la situación externa está asociado a los cambios en las políticas económicas del nuevo gobierno en Estados Unidos. El señor Trump ha anunciado una política fiscal expansiva que podría acelerar los aumentos de las tasas de interés en 2017 y el crecimiento de la economía en Estados Unidos en 2018. Adicionalmente, los anuncios de políticas proteccionistas y políticas para evitar la deslocalización de la actividad productiva en Estados Unidos por parte del señor Trump ponen en riesgo nuestras exportaciones y la inversión extranjera directa dirigida hacia Costa Rica.

Lamentablemente, nuestra economía no está preparada para enfrentar cambios externos adversos. ¿Qué hacer para navegar contra corriente?

El Plan A pasa necesariamente por reducir el déficit fiscal y evitar que sea el 5,9 por ciento del PIB en 2017, tal como lo estimó el Banco Central en su Programa Macroeconómico. Esto permitiría atenuar la trayectoria de aumento de la deuda del Gobierno Central hacia una zona de alto riesgo. Sin embargo, no somos nada optimistas sobre el Plan A por varias razones. Primero, la posición del Poder Ejecutivo es desequilibrada al impulsar reformas para aumentar impuestos, pero rehuir las reformas para reducir el crecimiento del gasto. Segundo, resulta difícil la aprobación de proyectos de ley fiscales en un año electoral y en medio gran fragmentación de Asamblea Legislativa.

Todo lo anterior implica que el país podría enfrentar en 2017 cambios en el entorno internacional con un alto déficit fiscal. Por lo tanto, probablemente el país navegará contra corriente y con una embarcación que no está en buenas condiciones. Como mínimo esperaríamos un Plan B donde el Banco Central tendría que echarse sobre sus hombros el peso del ajuste. ¿No debería el Banco Central ir ajustando ya su política de tasas de interés y de tipo de cambio para enfrentar el ajuste a tiempo y no esperar que el agua nos llegue al cuello? ¿No será mejor un ajuste gradual y a tiempo, en vez de uno abrupto?