Editorial: Oportunidades en la industria del chip

La pandemia causó gran disrupción en las cadenas de globales de suministro y acentuó la tendencia del ‘nearshoring’, oportunidades para fortalecer la industria costarricense de microprocesadores

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Son piezas fundamentales en celulares, computadoras, automóviles, dispositivos médicos, industria aeroespacial. Nos referimos a los circuitos integrados o chips, pequeños componentes electrónicos que se fabrican en masa e involucran un complejo proceso de ingeniería.

“El diseño y manufactura de semiconductores es uno de los procesos de ingeniería más complejos que la humanidad realiza, en donde cientos de millones de transistores se empacan en áreas de pocos milímetros cuadrados”, comentó Timothy Scott, gerente de Asuntos Gubernamentales y Relaciones Públicas de Intel Costa Rica, para un informe sobre este tema publicado en nuestra edición de 22-28 de mayo.

La pandemia ha causado una gran disrupción en las cadenas de globales de suministro, sobre todo las que involucran la zona asiática, y ha contribuido a disparar la demanda de chips por el mayor uso de la virtualidad en el trabajo y las comunicaciones. También ha acentuado el nearshoring, es decir, la tendencia de empresas transnacionales a reubicar operaciones más cerca de sus mercados principales de consumo, con el fin de poder manejar mejor los riesgos asociados con disrupciones logísticas y geopolíticas. Esto abre oportunidades para países como Costa Rica de atraer más empresas tecnológicas, tanto proyectos nuevos como expansión de operaciones que ya se realicen en el país.

La economía costarricense dio un giro a partir de 1997 cuando la empresa Intel instaló su planta de fabricación de chips para computadoras. Este hito impulsó a muchas otras empresas tecnológicas de nivel mundial a fijarse en nuestro país. Hoy en día contamos con 104 empresas activas solo en el sector de tecnologías digitales, según Cinde. En chips destacan Intel y la empresa Zollner, ubicada en Cartago y dedicada a proveer manufactura electrónica para las industrias médica, automotriz, aeroespacial y la electrónica en general.

Intel ha anunciado que invertirá $350 millones en Costa Rica durante los próximos tres años para el reinicio de operaciones de ensamblaje y prueba. La planta entraría en funcionamiento durante el segundo semestre de este año y generaría 200 nuevos empleos. Por su parte, Zollner espera un crecimiento del 20% en la producción, especialmente impulsado por las áreas automotriz y médica. El próximo año abrirán una nueva planta de casi 5.000 m² en La Lima de Cartago y esperan doblar la cantidad de personal, que hoy es de 310 trabajadores.

El sector de la eléctrica y electrónica exportó productos por valor de $155 millones en el primer trimestre del 2021. Comparado con el mismo periodo del año anterior, creció un 19%, lo que lo situó como el tercer sector con más crecimiento después de equipo médico y de precisión y metalmecánica.

Como bien lo señala Cinde, nuestra exitosa agencia de atracción de inversión, toda necesidad de mercado que pueda ser suplida o generar eficiencias desde el país representa una oportunidad para atraer inversiones y el fenómeno de nearshoring pone a Costa Rica en una posición ventajosa. La agencia está desarrollando un enfoque de promoción y atracción centrado en lo que denominan smart manufacturing o manufactura inteligente, lo que podría ser una oportunidad para la industria de chips.

“En Estados Unidos y Europa ha habido una discusión importante alrededor de mover la producción de los bienes y servicios que más consumen cerca de sus costas (nearshoring), lo cual hace de la coyuntura actual un excelente momento para desarrollar políticas de atracción de inversión que permitan que esas empresas vean en el país un destino atractivo”, comentó también Ronny García, profesor e investigador de la Escuela de Ingeniería en Electrónica del Tecnológico de Costa Rica (TEC).

Lo anterior confirma las oportunidades que se abren para el país ante nuevas tendencias acentuadas por la pandemia. Costa Rica ha logrado posicionarse como un destino atractivo para empresas tecnológicas en manufactura avanzada, ciencias de la vida y otros campos. Ofrecemos estabilidad política e institucional y un régimen de zonas francas con reglas claras y estables. Pero no podemos confiarnos. Se requiere una estrategia muy proactiva y prepararnos para mitigar otras disrupciones, como la posibilidad de un impuesto mínimo global, que podría limitar el impacto de las exoneraciones tributarias. La competencia entre países por atraer inversión es feroz y tenemos mucho por mejorar en facilidad para hacer negocios, educación, infraestructura, tramitomanía, altos costos en temas clave como cargas sociales y electricidad.

Así como la pandemia ha disparado la demanda mundial de chips y acentuado el nearshoring, también nos ha golpeado fuertemente a lo interno en empleo, salud, educación, finanzas públicas. Mejorar el funcionamiento del Estado y acometer los problemas que limitan nuestra competitividad será clave para poder salir adelante y aprovechar las oportunidades del mundo pospandemia.