Editorial: Política cambiaria, dudas

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En la edición de esta semana abordamos el tema del menor crecimiento de la economía costarricense en los últimos tres meses. En ediciones anteriores hemos informado sobre el aumento de la tasa de interés de política monetaria, de la reducción del nivel de reservas internacionales del Banco Central y de la desmejora de la calificación de riesgo de nuestra deuda soberana.

En este editorial queremos enlazar estos temas y abordar el panorama económico de corto plazo del presente año.

El 2017 se inició con una desaceleración en la tasa del crecimiento de la producción. Los diversos sectores productivos han reducido su tasa de crecimiento con respecto a un año atrás. El año pasado la mejora de los términos de intercambio impulsó el crecimiento económico, pero este efecto no se ha repetido en el 2017. Adicionalmente, los cambios en el entorno externo y riesgos sobre el futuro de nuestra economía pueden representar un limitante para el crecimiento.

La situación fiscal en este año sigue muy parecida a la observada durante el 2016 en cuanto al déficit fiscal y a la acumulación de mayor deuda del Gobierno Central. Este fenómeno ha llevado a las calificadoras internacionales a señalar un mayor riesgo en la solvencia del país.

El año pasado los bajos precios del petróleo contribuyeron a un bajo nivel de inflación. Esto permitió una política monetaria del Central moderadamente expansiva que hizo posible el financiamiento del sector privado y el déficit fiscal sin grandes presiones sobre la tasa de interés.

Sin embargo, estas circunstancias han cambiado. En el 2017 se nota mayor presión inflacionaria, tanto en la medición del IPC como en las expectativas de inflación. Adicionalmente, hay un importante proceso de dolarización de la riqueza del sector privado. Todo obligó al Central a aumentar recientemente su tasa de política monetaria en 50 puntos base. Esto parece indicar que el financiamiento del déficit fiscal en los próximos meses no será tan fácil como en el 2016, porque puede ejercer presión en el mercado financiero y competir con mayor fuerza con el financiamiento del sector privado.

Llama la atención lo que está pasando en el mercado cambiario desde el segundo semestre del año pasado. Hay un incremento en la demanda de dólares en el mercado, originada principalmente en agentes locales que han procedido dolarizar su riqueza. Este comportamiento quizá está asociado a tasas de interés en colones muy bajas en un contexto de expectativas de devaluación al alza.

La devaluación del colón frente al dólar en el 2017 ha sido ligeramente superior al 1 %, pero ha sido artificialmente baja, porque el Central ha intervenido vendiendo dólares en el mercado para evitar un mayor ajuste cambiario. En lo que va del año la reducción de dichas reservas ha sido mayor a los 300 millones. Con su intervención, el Central no se ha limitado a reducir la volatilidad del tipo de cambio, ha cambiado en forma sustancial su nivel.

La política del Banco Central tiene varias consecuencias. Primero, incentiva en la realidad la dolarización del ahorro financiero, a pesar de su discurso en contra de este fenómeno. Segundo, introduce incertidumbre en un año electoral sobre su voluntad real para realizar los ajustes necesarios en el tipo de cambio para sostener la estabilidad económica. La pregunta clave es si el Banco Central preferirá evitar los ajustes en el tipo de cambio en el 2017 para que sean realizados después de mayo del 2018 por las nuevas autoridades económicas.

En fin, el Central debería aclarar cuál es su voluntad de permitir que el tipo de cambio refleje las condiciones del mercado. Para esto, más que palabras, se requiere de una conducta consecuente con la realidad de ese mercado.