Editorial: Política comercial: claridad y prioridades

Resulta acertado darle prioridad al ingreso de Costa Rica a la OCDE, pero es deplorable retomar la temerosa posición del gobierno anterior en relación con la Alianza del Pacífico

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En una reciente entrevista concedida a El Financiero y publicada en nuestra edición de la semana anterior, la nueva ministra de Comercio Exterior, Dyalá Jiménez, esboza las prioridades de la política comercial para el cuatrienio de la Administración de Alvarado Quesada.

De manera acertada, la ministra Jiménez ubica dentro de esas prioridades el ingreso de Costa Rica a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), iniciativa impulsada por el gobierno de la expresidenta Laura Chinchilla desde que se presentara formalmente la solicitud en setiembre del 2012. El proceso avanzó lentamente durante los pasados cuatro años, por lo que aplaudimos que el nuevo gobierno continúe con ese proceso y que decididamente tenga como objetivo su pronta y definitiva conclusión en el 2020. El ingreso a la OCDE nos permitirá evaluar periódicamente nuestras políticas públicas en una gran cantidad de áreas relevantes para el desarrollo, contrastarlas con las mejores prácticas internacionales y modificar lo pertinente para satisfacer más apropiadamente los intereses públicos.

Es importante subrayar que las recomendaciones de política que ha hecho —y seguirá haciendo la OCDE— no se limitan únicamente a las necesarias mejoras y reformas en el campo fiscal, como pareciera ser la creencia o interés de algunos, sino que abarcan áreas igualmente relevantes, como lo son el fortalecimiento de la legislación e institucionalidad para la promoción de la competencia; la revisión de las cargas y la sostenibilidad de la seguridad social; la reforma al gobierno corporativo, incluyendo el de las empresas estatales; compromisos claros en el régimen empleo público y el sistema estadístico, entre muchos otros. Los avances en estas áreas requerirán, en muchos casos, de modificaciones legales y, en consecuencia, de un claro apoyo político de los partidos con representación en la Asamblea Legislativa. Así las cosas, corresponde ahora no solo concluir exitosamente la negociación externa, sino también consolidar las alianzas políticas internas para asegurar su aprobación posterior en el Congreso.

Alianza del Pacífico

Al mismo tiempo, es deplorable que la nueva Administración retome la temerosa posición del gobierno de Solís en relación con la Alianza del Pacífico. Ese bloque —conformado por México, Colombia, Perú y Chile— ha avanzado en un ambicioso proceso de integración que va más allá de lo comercial y cuyo peso geopolítico es cada vez más relevante en América Latina.

Un país como Costa Rica, que en el pasado siempre estuvo a la vanguardia de estas iniciativas y que logró convencer a los gobiernos de esos países para que, en su momento, le abrieran las puertas, no debe mostrar ahora tal nivel de pusilanimidad. A decir verdad, los argumentos proteccionistas esgrimidos antes y ahora para continuar alejados del proceso no son de recibo, como tampoco lo es el argumento de que el ingreso a la OCDE limita avanzar también por este camino. Costa Rica puede y debe trabajar en ambos proyectos con igual decisión y compromiso.

“El comercio exterior es demasiado importante para el bienestar del país como para someterlo a reducidos intereses”.

Entendemos que, como en todo proceso que valga la pena, habrán grupos de interés que manifiesten su desacuerdo y jerarcas ávidos de responder a esos llamados, como resulta ser el caso del Ministerio de Agricultura. Pero del Ministerio de Comercio Exterior el país espera mucho más.

De la jerarca del Comex esperamos visión, liderazgo y valentía. Visión para entender lo que al país le conviene a largo plazo, elevándose sobre los intereses particulares y anteponiendo siempre el interés nacional. Liderazgo para guiar y convencer al presidente, colegas y demás figuras y grupos relevantes sobre la conveniencia de la decisión. Y valentía para enfrentarse a los opositores de siempre, a la crítica que conlleva la toma de decisiones importantes, y a los escollos que encontrará en el trayecto.

No más explicaciones

No es tiempo de dar más explicaciones que justifiquen un atraso adicional y un nuevo acomodo de la política comercial a las fuerzas proteccionistas internas. El Comex ha servido siempre de canal de comunicación entre lo que sucede en el mundo económico y lo que acontece localmente.

En momentos en que el planeta vive amenazas muy reales tendientes a debilitar —e incluso destruir— el sistema multilateral de comercio del cual el país tanto se ha beneficiado; en medio de las escaramuzas de una guerra comercial que pone en peligro la estabilidad de los mercados internacionales y que amenaza con que se erijan barreras para nuestras exportaciones; en tiempos en que las autoridades de nuestros principal socio comercial recurren a instrumentos de política hace tiempo archivados para establecer nuevas restricciones a las importaciones; cuando ese espectro es lo que se asoma en el horizonte, es cuando más se requiere esa visión, ese liderazgo y esa valentía para seguir adelante, buscar nuevas alianzas, y conquistar nuevos mercados.

El comercio exterior es demasiado importante para el bienestar del país como para someterlo a reducidos intereses.

En última instancia, de lo que se trata no es de la Alianza del Pacífico como tal, que es de por sí fundamental; se trata de que la política comercial retome el papel que le corresponde en medio de la incertidumbre que prevalece.