Editorial: Procrastinación fiscal

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.


Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.


Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

E l verbo procrastinar, según el Diccionario de la Real Academia Española, significa diferir o aplazar. Es una acción de evadir o posponer. En el lenguaje popular costarricense se habla del tradicional nadadito de perro o del juguémonosla a ver qué pasa. Lamentablemente, nos referimos a la política fiscal pasada y presente en Costa Rica.

El actual Gobierno heredó unas finanzas públicas deficitarias y no ha podido o no ha querido enfrentar el problema en forma efectiva. El déficit fiscal, claro está, no es de su absoluta autoría, pero el déficit de acción y el superávit de vacilación sí son responsabilidad de la administración Solís Rivera.

En los primeros cinco meses del presente año el gasto del Gobierno Central, excluido el pago de intereses, creció en 6 % en términos reales. Los ingresos reales crecieron en un 5 % y aumentó el déficit fiscal nuevamente.

El déficit fiscal se ha venido financiado con un creciente y preocupante proceso de endeudamiento que ha permitido aplazar la toma de decisiones sin tener que enfrentar consecuencias.

Procrastinar y endeudarse son los dos lados de la misma moneda.

La semana pasada el Ministerio de Hacienda y el Banco Central de Costa Rica presentaron su plan de endeudamiento para el segundo semestre del 2015. La primera de estas instituciones se endeuda para financiar el déficit fiscal y la segunda para enfrentar sus pérdidas y ejecutar su política monetaria.

El plan principalmente nos dice dos cosas: primero, en el segundo semestre del presente año aumentarán las necesidades de financiamiento del Gobierno en el mercado local y, segundo, las autoridades esperan no ejercer presión alcista en las tasas de interés locales porque hay suficiente liquidez en el mercado.

El plan presentado es de cortísimo plazo, tan solo nos da a conocer las necesidades de endeudamiento para los próximos seis meses. Nos dice que cerraremos el 2015 con una deuda del 43,5 % del Producto Intero Bruto (PIB). ¿Pero cómo se financiará el déficit del 2016? ¿Cuáles serán las consecuencias de este financiamiento sobre las tasas de interés durante el próximo año?

El Gobierno Central, en los últimos años, se ha endeudado en el exterior mediante la colocación de $1.000 millones de bonos al año. La abundancia de liquidez externa, derivada de la política monetaria expansiva en Estados Unidos, nos ha permitido este endeudamiento con facilidad.

Sin embargo, el Ministerio de Hacienda no tiene autorización legislativa para repetir una nueva colocación en el exterior en 2016.

Adicionalmente, las condiciones de la política monetaria en Estados Unidos podrían modificarse y el riesgo de la deuda de Costa Rica ha aumentado.

El endeudamiento externo, como un bálsamo, nos ayuda a la procrastinación fiscal sin preocupación alguna, porque hace que los hogares y empresas no sientan en el presente los efectos del déficit fiscal, ya sea en menor cantidad de crédito o en un aumento de tasas de interés.

Pero al final de todo esto queda una pregunta sin respuesta: ¿Cómo hará el Gobierno Central para financiar su déficit en el 2016? ¿O será que pensar más allá de seis meses en el sector público es un ejercicio imposible y mejor nos las jugamos a ver qué pasa?