Editorial: ¿Proyección o ilusión?

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E l Gobierno ha propuesto una meta de $21.100 millones en exportaciones para el año 2018; un crecimiento del 24% sobre la meta que se planteó la administración Chinchilla Miranda. Sin embargo, en los últimos seis meses las exportaciones más bien han caído.

La plataforma comercial del país es amplia gracias al crecimiento del mercado regional y a los tratados de libre comercio que se han firmado. No obstante, para aprovechar estos mercados es necesario crear condiciones favorables para nuevas inversiones en el sector exportador.

Si se le pregunta a los sectores exportadores sobre sus proyecciones, la mayoría dirá que ven difícil mantener la competitividad con una política cambiaria que sobrevalora el colón y que ya no cuenta –salvo en el sector de zonas francas– con los incentivos que otrora le dieran vigor al sector.

La productividad agregada de nuestro clima de negocios –incluido el clima diferenciado de las zonas francas– muestra áreas de profunda deficiencia como la logística interna y portuaria –en proceso de mejora pero aún distante–, costos de energía que no son competitivos, financiamiento caro y mano de obra calificada que, por su relativa escasez, se encarece y limita las inversiones y el crecimiento de las organizaciones.

El crecimiento en las exportaciones implica que hay que seguir trabajando en la atracción de inversión extranjera en aquellos sectores de las zonas francas en que aún somos competitivos, particularmente los de servicios y manufactura de equipos de precisión e implementos médicos.

También será necesario alcanzar dos objetivos nacionales cuyos procesos no terminan de consolidarse: el estímulo de nuevos sectores exportadores basados en conocimiento y aplicaciones de tecnología –servicios de animación, programación, desarrollo de software y aplicaciones–; y el desarrollo de estrategias de diferenciación y marca en bienes y servicios que ya producimos, y hasta exportamos, pero sin agregarles valor.

Entre los sectores generadores de divisas hay que incluir el turismo, industria atractiva por su capacidad de atraer inversiones, de llevar empresas a todas las regiones del país y de generar grandes cantidades de empleo y cadenas de valor profundas.

Pero todo lo anterior implica quitarle amarras al país.

La dinámica que en las últimas tres décadas han desarrollado en conjunto Comex, Cinde y Procomer debe mantenerse vigente y además promover una similar a partir del ICT.

También es necesario simplificar trámites y permisos de construcción, reducir el tiempo y la inversión necesarias para establecer nuevas empresas, promover la educación técnica dual –de la cual informó EF en la edición anterior– y resolver los problemas de financiamiento, energía y logística.

El crecimiento vigoroso de las exportaciones es un objetivo indispensable para que el país mantenga su capacidad de crecer en términos económicos, generar empleos de mejor calidad y oportunidades emprendedoras para la juventud.

En buena hora que se hayan establecido metas altas para el sector.

Ahora resta ver si el Gobierno es capaz de alinear los proyectos y programas necesarios para darle factibilidad al objetivo.