Editorial: Relevo y retos en el BCCR

Con el nombramiento de Rodrigo Cubero como nuevo presidente del Banco Central, el mandatario Carlos Alvarado envió un buen mensaje del compromiso del Gobierno con la estabilidad económica

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En la edición de la semana pasada informamos que el crédito apenas crece debido a una tímida demanda y que el Banco Central de Costa Rica (BCCR) redujo la estimación del crecimiento económico. Estas noticias no son nada halagüeñas para los trabajadores y empresarios del país.

El Central indica, correctamente, que la desaceleración económica no obedece a su política monetaria. Más bien el origen de la debilidad económica está en la política fiscal. Tal como lo hemos manifestado en editoriales anteriores, la insostenibilidad de las finanzas del Gobierno Central pone en riesgo cada vez con mayor intensidad la estabilidad y el crecimiento económico.

En medio de esta situación ocurre el relevo en la presidencia ejecutiva del BCCR. Rodrigo Cubero ya asumió el liderazgo del diseño de la política monetaria y cambiaria del país. Con este nombramiento el mandatario Carlos Alvarado envió un buen mensaje del compromiso del Gobierno con la estabilidad económica. Cubero tiene excelente formación académica y amplia experiencia en la formulación de políticas macroeconómicas.

Cubero tendrá el gran reto de conducir la política de dicha institución en medio de un fuerte desequilibrio fiscal. De este reto ya hemos profundizado en otros editoriales, ahora queremos referirnos a otros tres retos que deberá enfrentar desde el Banco.

Primero, el BCCR deberá definir con claridad cuál es el alcance de la política de metas de inflación. Según el discurso del Central, su objetivo único es mantener el nivel de la inflación acotado en cierto rango.

Sin embargo, en la práctica el Banco Central parece tener más bien metas de tipo de cambio o, por lo menos, parece que existe algún objetivo cambiario con el objetivo de inflación.

La acción del Banco en el mercado cambiario deja entrever la existencia de objetivos con respecto al tipo de cambio. La entidad tiene varios mecanismos para participar en el mercado cambiario, uno asociado a la “estabilización del tipo de cambio” y otro para la compra y venta de las divisas del sector público. Con ambos mecanismos afecta el nivel y la volatilidad del tipo de cambio, sin que existan reglas claras de intervención. Más bien las reglas son opacas y el Central insiste en mantenerlas en secreto.

Transparencia

El nuevo presidente del BCCR debería hacer explícitos sus objetivos en cuanto a tipo de cambio y adoptar mecanismos más transparentes (como pidió el FMI) en su actuación en el mercado cambiario.

Segundo, es importante completar la red de seguridad financiera para apuntalar la estabilidad del sistema financiero. El Banco bajo el liderazgo de Olivier Castro, estableció un sistema de líneas de crédito de última instancia en colones. Esto fue un avance para que intermediarios financieros solventes puedan enfrentar faltantes transitorios de liquidez.

Hay que avanzar en dos instrumentos adicionales para construir una mejor red de seguridad financiera. Uno de ellos es un sistema de seguro de depósito con el propósito de proteger a los pequeños ahorrantes. Esta tarea requiere de reforma legal y el Banco Central debería ser el impulsor del sistema.

El otro elemento faltante de la red de seguridad financiera es el protocolo de cómo deben actuar esa institución y los intermediarios financieros en caso de un problema individual o general de liquidez. Esto no requiere de reforma legal, es una tarea logística equivalente a la que tienen preparada las organizaciones en caso de incendio. En EF nos causa sorpresa que el BCCR no haya realizado esta tarea.

Tercero, el nuevo jerarca del Central debería enfrentar el tema de la dolarización del sistema financiero. Esta tarea debe enfrentarse con realismo. Hay que comprender que en una economía pequeña y abierta a los movimientos de bienes, servicios y capitales existirá un determinado nivel de dolarización en el sistema financiero.

También la dolarización del sistema financiero existe porque en el pasado el Banco Central no defendió la estabilidad del colón y esto es algo que los agentes económicos no olvidarán con facilidad. Más recientemente la política cambiaria del BCCR ha propiciado un tipo de cambio muy estable, lo cual ha incentivado la dolarización.

Si el BCCR quiere reducir la dolarización del sistema financiero deberá actuar sobre las causas; por ejemplo, permitir mayor volatilidad en el tipo de cambio. Pero debe evitar la tentación de la represión del sistema financiero porque conduciría a más distorsiones y a menor profundización financiera.

El Banco y el sistema de supervisión financiera deberían procurar que los intermediarios financieros administren adecuadamente los riesgos de la dolarización. Hay al menos dos que deben atenderse adecuadamente. Uno de ellos se refiere a la liquidez del sistema financiero en dólares. No hay ningún mecanismo de préstamos de última instancia en esta moneda. La institución tiene limitaciones importantes para asumir este papel en dólares, tal como si lo puede hacer en colones. Sin embargo, al menos debería explorar algún mecanismo de liquidez en dólares, aunque sea limitado y costoso para las entidades financieras.

El otro riesgo es el posible impacto de una devaluación sobre los créditos en dólares a deudores que no son generadores de divisas. Pero no nos engañemos, el riesgo crediticio de una devaluación no termina ahí, también una devaluación podría tener un impacto en las tasas de interés en colones y afectar a los deudores con tasas variables en colones.

En este campo es importe que la regulación y supervisión financiera se aseguren que las entidades financieras en el proceso de otorgamiento de crédito realicen correctamente los ejercicios de “estresar” debidamente el análisis de los créditos ante posibles impactos derivados de las modificaciones del tipo de cambio y de las tasas de interés. La supervisión prudencial también debe asegurarse que las entidades financieras informen adecuadamente a los clientes, especialmente cuando se trata de personas físicas, de tales ejercicios de “estrés” y de las consecuencias sobre su capacidad de pago.

En conclusión, el nuevo presidente ejecutivo del Banco Central de Costa Rica tendrá que enfrentar retos claves en su gestión más allá de conducir la política monetaria y cambiaria en medio de la crisis fiscal.