Editorial: Retos en la OMC

Para un país como Costa Rica, con un mercado interno pequeño y una capacidad limitada de influir en el resto del mundo en los planos geopolítico y económico, es clave un sistema multilateral de comercio que funcione

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La Organización Mundial del Comercio (OMC) nació a raíz de las negociaciones de la Ronda Uruguay de Negociaciones Comerciales Multilaterales y otras anteriores en el marco del Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT) e inició operaciones en 1995. Costa Rica se había adherido al GATT en 1989 y participó en el tratado constitutivo de la OMC, aprobado por nuestra Asamblea Legislativa en diciembre de 1994.

Desde los inicios de la OMC Costa Rica tuvo una participación destacada. Fuimos pioneros defendiendo exitosamente nuestros derechos comerciales en el tema de textiles frente a Estados Unidos y banano frente a la Unión Europea. La creación del Ministerio de Comercio Exterior por ley, en 1996, le dio más fortaleza a nuestra representación ante el citado organismo, mediante una delegación permanente en Ginebra, que en general ha desarrollado una muy buena labor a lo largo del tiempo.

Las funciones de la OMC incluyen, en primer lugar, ser foro de negociaciones comerciales. En la actualidad sigue siendo el foro de nuevas negociaciones en el marco de la Agenda de Doha para el Desarrollo, conocida como Ronda de Doha, iniciada en el 2001, que ha sido criticada por los pocos resultados obtenidos. En segundo lugar, la OMC tiene una función de vigilancia y monitoreo, mediante diversos consejos y comités que buscan asegurarse de que los países miembros cumplan sus obligaciones y que los diversos acuerdos negociados en el seno de la organización se apliquen debidamente. En tercer lugar, destaca su función de ser un foro para la solución de diferencias comerciales entre países, indispensable para asegurar la observancia de los acuerdos y velar por la fluidez de los intercambios comerciales.

El estancamiento de la Ronda de Doha puso en duda la efectividad y el liderazgo de la OMC, pero es poco comparado con la actitud que asumió la administración Trump. Entre otras medidas de presión, Estados Unidos continuó bloqueando los nombramientos del órgano de apelación, última instancia del mecanismo de solución de diferencias, sin la cual era imposible llegar a una resolución final de los casos.

Afortunadamente la administración Biden ha cambiado el enfoque, lo que facilitó la elección por consenso en febrero pasado de Ngozi Okonjo-Iweala, nigeriana y estadounidense, como directora general de la organización. En su discurso ante el Consejo General, pronunciado luego de tomar posesión de su cargo, Okonjo-Iweala mencionó los temas apremiantes que debe abordar la OMC e hizo un llamado al diálogo y al cambio:

“…Los dirigentes y los responsables de la adopción de decisiones esperan cambios con impaciencia. Varios Ministros de Comercio me han dicho que si las cosas no cambian, dejarán de asistir a las Conferencias Ministeriales, porque son una pérdida de tiempo para ellos. He advertido que la labor y la toma de decisiones que deberían llevarse a cabo en el seno de la OMC se realizan cada vez más en otros foros, porque se está perdiendo la confianza en la capacidad de la OMC para producir resultados. Pero hay esperanza. Si todos aceptamos que no debemos seguir haciendo lo mismo de siempre, estaremos ya creando las condiciones necesarias para el éxito…”.

Por otra parte, recientemente se anunció la designación de los cuatro directores generales adjuntos de la organización, entre ellos Anabel González, exministra de Comercio Exterior de Costa Rica, que será la primera mujer latinoamericana en ocupar el cargo.

En una entrevista en nuestra edición anterior, González indicó que espera trabajar de la mano con los gobiernos de la región para apoyar el fortalecimiento de la OMC. Reconoce que la organización está atravesando momentos difíciles, en particular por el grave impacto económico de la pandemia y las tensiones que ha generado entre los países, pero se muestra deseosa de contribuir a su modernización y revitalización.

Entre los principales desafíos de la organización, González destaca el apoyo en la lucha contra la pandemia, restituir el órgano de apelación para que el mecanismo de solución de controversias funcione plenamente, negociación de nuevas reglas comerciales en temas novedosos como comercio electrónico y apoyo a la sostenibilidad ambiental y fortalecer el monitoreo de las políticas comerciales de los países en aras de mayor transparencia.

Para un país como Costa Rica, con un mercado interno tan pequeño y una capacidad muy limitada de influir en el resto del mundo en los planos geopolítico y económico, es clave un sistema multilateral de comercio que funcione, como lo demostraron en el pasado las controversias sobre textiles y banano. Ser parte del sistema multilateral implica también revisar nuestro proceder en cuanto al uso injustificado de medidas de defensa comercial, que además del perjuicio que causan al consumidor, nos exponen a eventuales sanciones y a perder legitimidad de cara a la OMC y nuestros socios comerciales. Son riesgos que no deberíamos correr si aspiramos a una fuerte reactivación del comercio y la inversión luego de la pandemia.