Editorial: Un electorado en transición

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.


Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.


Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

El análisis de los resultados de la más reciente elección nacional en nuestro país confirman tendencias que se han venido marcando en las últimas elecciones y que en esta última parecen haberse confirmado.

La primera y más importante es que aunque es claro que todo voto cuenta, los comicios se definen en las áreas urbanas, donde la concentración de población es mayor y, por supuesto, donde los ciudadanos están más conscientes y mejor informados de la realidad del país.

También parece marcarse una tendencia que indica que, conforme la educación crece, el votante se comporta con mayor independencia en el sentido de que busca un candidato que llene sus expectativas más que una bandera a la cual serle leal siempre.

La juventud actual –los menores de 25 años– con mayor escolaridad que todas las generaciones anteriores, nacieron después del fallecimiento de José Figueres Ferrer, Rafael Ángel Calderón Guardia y Manuel Mora Valverde, quienes para ellos no son más que figuras relevantes de nuestra historia, pero no líderes de movimientos políticos vigentes.

Tal vez por eso, la visita de un candidato de oposición a La Lucha, que parece haber molestado mucho a los liberacionistas mayores, le es indiferente a los jóvenes, pues en su entender, visitar a un prócer de la historia –que es patrimonio nacional y no de un partido– no puede ofender a nadie.

Las estadísticas dicen que en los cantones en que el PAC resultó ganador existe un mayor nivel educativo, mejor acceso a tecnología, mayor tenencia de bienes durables y hogares con menos necesidades básicas insatisfechas. Son cantones de una clase media robusta, educada, urbana y –aunque con presencia de todos los grupos de edad– con tendencia a juventud, a pesar de que los votantes primerizos muestran una amplia dispersión entre todos los partidos y no se concentran en uno solo. Esto es síntoma de independencia, de jóvenes que votan por candidatos y temas, no por banderas tradicionales o familiares.

En el caso del PLN se logran mayores porcentajes de votación en cantones con menor nivel educativo, con más necesidades insatisfechas, menos personas con educación superior y con menos acceso a bienes durables. Esto hace que, a nivel práctico, el PLN sea el partido preferido de los pobres y sobre todo en áreas rurales, pero claramente la maquinaria de este partido tiene más cobertura geográfica que la del PAC y, por tanto, se desempeña mejor en zonas más alejadas de los centros urbanos.

Estas correlaciones no son tan fuertes como las que presenta el PAC en cuanto al perfil de sus votantes, por lo que cabe suponer que también representan un poco el hecho de que los partidos tradicionales son más conocidos donde la información fluye menos y hay menos acceso a otros medios de comunicación. El PAC gana, por ejemplo, donde abundan las computadoras y la conectividad y, por tanto, las redes sociales.

El del PLN es un voto con características o rasgos más difíciles de explicar bajo nuestro método de estudio, pero esto es así porque es un voto más diverso, reflejo de una mezcla de tradición, maquinaria electoral amplia y campaña por medios más tradicionales.

Estamos en Costa Rica, sin duda alguna, ante un electorado en transición, exigente para los estrategas de los partidos políticos en contienda y, de cara al futuro, oportunidad enorme para la renovación de nuestra política nacional.