Editorial: Un triunfo llamado Irazú

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A quellos que asistieron al evento TEDx Pura Vida el pasado 4 de marzo, en Parque Viva, disfrutaron la conferencia de Marco Gómez, joven costarricense que presentó el proyecto que ha impulsado y coordinado hasta tenerlo listo para su ejecución práctica: el lanzamiento al espacio del satélite Irazú.

Este proyecto podría ser caracterizado de muchas maneras, todas valiosas y merecedoras de nuestra atención y reconocimiento.

Se podría decir que es el primer resultado concreto del trabajo de laAsociación Centroamericana de Aeronáutica y del Espacio (ACAE). Se trata de una organización creada hace un lustro como parte del auténtico movimiento científico-espacial que nació gracias al liderazgo y ejemplo de Franklin Chang Díaz, a quien, más allá de sus propios proyectos, el país debe estarle eternamente agradecido por poner “de moda” el emprendedurismo basado en las ciencias y la ingeniería en Costa Rica.

ACAE, que en el momento que se anunció generó dudas y hasta algunas burlas, da un paso definitivo y ejemplar gracias al trabajo creativo y a la ilusión emprendedora de un grupo de costarricenses que con perseverancia se acerca hoy a la culminación de un proyecto ambicioso que ha logrado apoyo y reconocimiento internacional del más alto nivel.

Se podría decir también que es el resultado de un proyecto en que emprendedores e instituciones costarricenses como el Instituto Tecnológico de Costa Rica, Cinde, Ad Astra y un grupo de empresas nacionales colaboraron para diseñar, producir y levantar un proyecto conjunto al nivel de NASA y la agencia japonesa del espacio, que además de transportar el satélite al espacio, lo desplegará desde el módulo Kibo de la Estación Espacial Internacional.

Por último, se podría categorizar el proyecto como el triunfo de la capacidad científica y tecnológica de nuestra juventud, de nuestra academia y hasta de nuestra identidad nacional, pues el satélite será puesto en el espacio para monitorear el cambio climático, un tema en que nuestro país ya se ha hecho visible por su historia de ambientalismo proactivo y por el reciente impacto de una costarricense en los procesos de negociación que condujeron a un acuerdo internacional sobre el tema.

El valor de este proyecto es enorme para Costa Rica, aunque la inversión que ha requerido es muy moderada para su alcance.

Enorme porque, más allá de la valiosa información científica que se espera que genere para entender mejor el cambio climático y sus efectos sobre nuestra naturaleza y biodiversidad, ha vuelto a posicionar a esta pequeña nación como un territorio en el que las ciencias y la tecnología, el compromiso con el ambiente, la colaboración entre sectores y la capacidad de sus jóvenes movilizan sus esfuerzos y trabajo.

Es también enorme porque sirve como modelo e inspiración para niños, estudiantes, emprendedores y, ¿por qué no?, para sus gobernantes y empresarios.

El satélite Irazú orbitará la Tierra a 400 kilómetros de altitud como un símbolo de lo que se puede lograr cuando la imaginación, la capacidad, la perseverancia y la colaboración se unen en un solo proyecto.

Ojalá cuando esté en las alturas lo sigamos de cerca, su desempeño se haga conocido, su impacto se documente y se convierta en material educativo y de estudio obligatorio, tanto por su contenido científico y tecnológico, como por su consistencia ejemplar de lo que nuestro país puede y debe ser.

Irazú nos reta, como país, a elevarnos como satélite en vez de conformarnos con caminar sobre el suelo.