Editorial: Una oportunidad global

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La Organización de Naciones Unidas (ONU) lanzó antes de iniciar este siglo los objetivos del milenio, con los cuales se proponía reducir la pobreza global al 50% de lo que era entonces, para el año 2015. La meta no se logró en todos sus alcances, pero no cabe duda alguna de que los temas en que se enfocaron –nutrición, acceso a agua potable, acceso a servicios médicos básicos, y educación básica, entre otros– sí avanzaron de manera clara y su desempeño global en el 2015 fue superior a las demás áreas del bienestar humano y del progreso social.

La experiencia ha sido valiosa. Hay países donde el avance, si es que lo ha habido, no se nota; naciones que han retrocedido –como el caso de Venezuela–; pero en la mayoría de los estados el avance ha sido notable pese a costos más altos de lo esperado, excesos de burocracia y hasta casos de corrupción.

Sin que sea perfecta, la experiencia ha sido valiosa y el impacto real.

Posiblemente motivada por lo anterior la ONU lanzó en setiembre del año pasado sus Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) para el 2030, discutidos ampliamente en un informe especial publicado en esta edición de El Financiero .

Los ODS constituyen un programa muy ambicioso para lograr cambios profundos en 17 temas, apropiadamente llamados de sostenibilidad porque, en su conjunto, constituyen una agenda bastante completa de cómo movilizar las naciones –y por suma el mundo entero– hacia un modelo y desempeño consistente con el crecimiento económico con progreso social y sostenibilidad, hacia una economía próspera, inclusiva y sostenible.

Llama la atención el objetivo número 17, que habla de la formación de alianzas intersectoriales. La base es la comprensión de que para cerrar las brechas globales en los otros 16 asuntos, se requerirá del trabajo conjunto y sinérgico de cinco sectores: el Estado y el Gobierno, los organismos internacionales, la empresa productiva, la sociedad civil organizada y la academia.

Cuando se analiza a Costa Rica frente a los Objetivos de Desarrollo Sostenible y se compara a nivel global, nuestro país se ve bien. Pero cuando nos comparamos con otros grupos, por ejemplo las naciones de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos), el país empieza a mostrar áreas de debilidad relativa que deben ser objeto de atención y enfoque.

En el suplemento que sobre este tema se publica en esta edición de EF se resalta el papel de algunas empresas productivas en contribuir a mejorar el desempeño nacional frente a los ODS, cómo alianzas intersectoriales empiezan a impactar y transformar el trabajo en algunos de los temas señalados, y también cómo en otros objetivos –por ejemplo, la conservación de la vida submarina– se requieren cambios importantes en legislación y controles por parte del Estado, en la incidencia en las comunidades y sistemas de apoyo por parte de las ONG del sector, y en las prácticas de la industria para garantizar la sostenibilidad.

Enfocar nuestro país – el conjunto de su sociedad– sobre los ODS es una oportunidad inmejorable de retomar la senda del desarrollo eficiente y eficaz, ese que ha colocado a Costa Rica como una nación líder en progreso social y sostenibilidad en relación con su nivel de ingreso. Y se puede y debe aprovechar también para reconstruir la confianza y recuperar la capacidad de colaborar entre los sectores de nuestra sociedad.