Editorial: Una recuperación dispar

Es indispensable para el país tener una inmunización masiva con mayores dosis

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Los efectos de la pandemia han sido extremadamente fuertes para las economías de todos los países del orbe. Costa Rica no ha sido la excepción, como lo demuestran las cifras dadas a conocer recientemente por el Banco Central de Costa Rica (BCCR), cuando se anunció que en el 2020 nuestra economía se contrajo en un 4,5% del Producto Interno Bruto (PIB) y que para el 2021 se espera apenas un crecimiento del 2,6%, mientras que se perdieron 230.000 puestos de trabajo, lo que hizo que el desempleo llegara hasta a un escalofriante 24,4% a mediados del año anterior, aunque dichosamente haya empezado a disminuir lentamente. Una encuenta reciente, realizada por la Federación de Cámaras de Comercio de Centroamérica, reveló también que el 69% de las empresas de nuestro país reportó pérdidas durante el año pasado. Así, el impacto de la COVID-19 vino a agravar una economía que ya venía mal, a golpear fuertemente al sector privado, y a profundizar los problemas de desempleo estructural que arrastramos desde hace varios años.

Ese impacto, sin embargo, no ha sido parejo, como tampoco lo ha sido la recuperación de ese duro golpe. Por razones entendibles, para el sector turismo, incluyendo las actividades de alojamiento y servicios de comida, la caída ha sido estrepitosa, y su total recuperación no será posible mientras no se eliminen completamente las restricciones y, en especial, disminuya el temor de la población a tomar riesgos innecesarios.

Los sectores de comercio y construcción, estrechamente vinculados con el mercado local, también se han visto afectados, aunque en menor grado, al tiempo que, por el contrario, el sector de información y comunicaciones presentó un reducido crecicimiento. Por otro lado, las empresas beneficiarias del régimen de zonas francas demostraron tener una marcada resilencia a los embates del virus y una gran capacidad para una rápida recuperación.

Efectivamente, si bien dichas empresas sufrieron una pronunciada depresión durante el primer trimestre de la pandemia, ya para mediados de año habían empezado de nuevo a crecer a muy buen ritmo. Varios factores pueden haber incidido para lo ocurrido. Por un lado, los incentivos del régimen (exoneración de varios tributos y trámites más expeditos) indudablemente han contribuido en ese proceso, pero sobre todo la fortuna de contar con sectores que atienden mercados globales de artículos y servicios cuya demanda no se vio afectada, como lo es el de implementos y suministros médicos, compras en línea, y de varios productos agrícolas. Además, muchas de estas empresas implementaron rápidamente estrictos protocolos sanitarios y fuertes medidas de seguridad; adoptaron, en la medida de lo posible y de una manera intensa, el teletrabajo; y proveyeron a sus empleados de beneficios y apoyos adicionales, que evitaron en su conjunto verse obligados a interrumpir o detener operaciones por un período prolongado.

Es de esperar que, conforme se flexibilizan las hasta ahora justificadas medidas de restricción, los diversos sectores irán recobrando el ritmo perdido, aunque, lamentablemente, muchos damnificados quedarán en el camino. De hecho, a la fecha se reporta ya el cierre de gran cantidad de pequeñas y micro empresas, principalmente del sector servicios, que no volverán a ver la luz. En todo caso, lo que sí resultará indispensable para una recuperación completa y efectiva es lograr una inmunización masiva a través de mucho mayores dosis de vacunación. Mientras esto no suceda, difícilmente podremos ver resultados positivos y sostenibles. La vacunación masiva se convierte, entonces, en el principal condicionamiento para la recuperación económica y allí deberíamos concentrar todos nuestros esfuerzos con carácter de urgencia.

En ese cometido, hemos reconocido la pronta respuesta inicial del gobierno al asegurarse el aprovisionamiento de las vacunas necesarias para inocular a parte importante de la población. Sin embargo, luego de un buen comienzo, el avance ha sido extremadamente lento, en parte por atrasos en las entregas de los proveedores, pero, también porque ha faltado la debida previsión y preparación en la logística que se requiere para una rápida distribución y por la poca claridad en el plan de vacunación, incluyendo la posibilidad de acceder a vacunas de más suplidores y el crucial papel que podría jugar el sector privado en esa estrategia. Mucho podemos aprender de los países que han tenido más éxito y, de esa manera, acelerar el proceso y disminuir la angustia del sector productivo y sus trabajadores, los que, sin duda, han sido los que han llevado la carga más pesada en este dificil trance.