El ciclo económico de Costa Rica de cada 40 años

Columna Enfoques

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Hacia agosto de 2015, por invitación de una destaca revista, tuve el honor de participar en un panel para debatir sobre el futuro del país, junto a dos distinguidos profesionales, bajo la conducción de mi apreciado colega José Luis Arce.

Me permití entonces plantear la hipótesis de que Costa Rica cada cuarenta años debe enfrentar crisis económicas, como consecuencia de su poca habilidad para resolver sus dilemas políticos.

En los años 40 el liberalismo hacía aguas, y tuvimos la revolución del 48, con sus secuelas económicas, estimuladas por una gran guerra. La solución que surgió fue un Estado interviniendo en forma “salvadora” en todo lo que pudo.

En los años 80, el modelo del estado empresario claramente había fracasado, junto con las locuras del proteccionismo y esas hierbas. Todo ello enmarcado por la crisis de los mercados financieros, tras el embargo petrolero del 79, y el apoyo de un gobernante soberbio. Tras la crisis económica, el resultado fue un Estado pro-apertura comercial, reducción de aranceles, y toda el aura “neoliberal” con que lo adornan sus detractores.

Mi hipótesis, atrevida a todas luces en aquel evento, es que extrapolando, a Costa Rica la esperaba una crisis en el 2020. Hoy no me ufano de mi capacidad profética, sino el que estemos repitiendo el camino. El modelo de apertura comercial trajo en efecto inmensos beneficios a la economía, diversificó nuestra base exportadora, redujo los riesgos, sofisticó el aparato productivo.

Pero políticamente hicimos muy poco por mejorar la distribución de la riqueza, por dotar a nuestra ciudadanía de las herramientas para competir en el nuevo mundo. Más aún, en los últimos tres años hemos condenado a una generación de niños y jóvenes a una educación de tercera.

Una vez más, nuestros políticos se han quedado cortos en leer las señales del mundo, otear las posibles rutas de acción, y llevarnos hacia nuevos límites. La crisis fiscal que tenemos no es de carácter económico, es un dilema político. Y así tendrá que ser la solución.